Una Absurda Justificación

En el mes de noviembre de 2002 salió una noticia en el periódico El Nuevo Día de que una comisión de obispos católicos de Estados Unidos y funcionarios del Vaticano harán más flexibles las normas de disciplina para los sacerdotes acusados de abusos sexuales en ese país, dis que porque la disciplina extrema va contra la ley canónica y excluye el concepto cristiano de perdón y redención.  ¿Cómo es posible que exista en la Iglesia Católica una ceguera tan grande? si un católico o un protestante o quienquiera que sea que practica esas cosas, no solamente comete pecado aborrecible ante Dios, sino que Dios lo tiene bajo condenación.

Decir que Dios los tiene bajo condenación, es decir que son irredentos —que no son susceptibles de ser redimidos mientras practiquen tales cosas—.  Y esto no va en contra del perdón, pues Dios, si vienen verdaderamente arrepentidos, los perdona mientras exista gracia (Juan 6:37).  ¡Qué obvia ignorancia la del Clero romano!, desconocen que vivimos bajo el pacto de gracia.  Es menester entender que para ser integrante del pueblo de Dios hay que ser converso, pues la conversión es la evidencia de que se ha creído.  Dice Santiago al respecto:  “…Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:18).  Es como si dijera:  “La fe sin obras es muerta” (es inexistente).  Por consiguiente, es evidente que los nombres de estas personas que cometen este pecado abominable a Dios no están escritos en el libro de la vida del Cordero (como tampoco fueron escritos los nombres de los sodomitas) y, como dije antes, están bajo condenación.  No pertenecen al pueblo de Dios, y van a prevalecer fuera del Israel Eterno, pues en el reino de los cielos Dios mantendrá el orden establecido a como dé lugar.  En Levítico capítulo 20, versículo 13 leemos:

“Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre.”

Y dice, además, en Romanos 1:27-28 y 32:

“y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.  Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen […] quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”

¡Qué claro!  Es increíble que personas tan intelectualmente capaces sean caracterizadas por una ceguera de tal magnitud.  Para mí que eso obedece a estas cosas:

1) No leen la Escritura.  Se rigen por sus duras conciencias y desvergonzado estado anímico.
2) No quieren acusarse unos a otros porque tienen temor al escándalo y a la coacción entre ellos, ya que son muchos, demasiados, los envueltos.
3) Además, se complacen encubriendo a los que practican tales cosas.

 

Tú, querido amigo lector, a medida que pase el tiempo podrás entender a la luz de la Escritura el porqué Roma es la Bestia, pues para eso he sido yo enviado.  Es evidente, pues, que a este servidor de ustedes, Luiko de Jesús, conocido como El Profeta del 2000, siempre le ha asistido la razón y la verdad.

NOTA:

Como una prueba más de lo que estoy diciendo, recuerde el amigo lector que por causa del homosexualismo Jehová destruyó a Sodoma y a Gomorra; veamos: “Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma.  Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, y dijo:  Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis […]  Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo.  Y llamaron a Lot, y le dijeron:  ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche?  Sácalos, para que los conozcamos.  Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo:  Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad.  He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado.  Y ellos respondieron:  Quita allá; y añadieron:  Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez?  Ahora te haremos más mal que a ellos.  Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta.  Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta.  Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta.  Y dijeron los varones a Lot:  ¿Tienes aquí alguno más?  Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo” (Génesis 19:1-2, 4-13).  Con evidencias tan contundentemente claras y amplias como estas, ¿cómo es posible que un pueblo esté tan ciego y no quiera ver la gran verdad que nos asiste?  Es cierto que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.