
Antes de ayer estuvimos viendo la grabación que nos llegó de Roma a nuestra pequeña patria de Puerto Rico donde se proyectó la ceremonia de beatificación que dirigió Juan Pablo II en torno a nuestro compatriota y hermano, Carlos M. Rodríguez, hombre de aspecto benevolente y agradable. Sin embargo, en lo que a mí respecta, debo ser fiel a mis principios y a mis ideas bíblicas; para mí fue detrimental dicha ceremonia. Que ¿por qué?, ¿acaso no es detrimental ver a un anciano que, haciendo un extraordinario esfuerzo, sale a dirigir dis que una acción de beatificar, para supuestamente abrir así el camino hacia la santidad de Carlos M. Rodríguez (“Charlie”). El Papa presupone ser vicario de Cristo, de ese modo presupone ser Su proyección. Debe recordar el amigo lector que el corderito que representaba a Cristo en los oficios del santuario terrenal tenía que ser sin tacha y sin mancha. ¿Es posible que la soberbia del Clero romano llegue a tal punto de permitir que una persona tan mayor, que ya no puede valerse por sí misma, esté representando la proyección saludable, nítida y de excelente nobleza como la que, sin lugar a dudas, tuvo nuestro Señor? Recuerden los lectores que en Hechos 13:35 hay un versículo aludiendo a mi hermano mayor, Jesús, donde se lee: “…No permitirás que tu Santo vea corrupción”. Por consiguiente, debemos entender que “de tal palo, tal astilla”. Fue una cosa agobiante, deplorable, y yo diría que increíble, ver a Juan Pablo II botando saliva mientras representaba a Cristo, y no fue algo imperceptible, sino que fue algo muy notable. ¿Se imaginan ustedes a Cristo botando saliva por la boca incontrolablemente mientras ofrecía sus extraordinarios y espirituales discursos en aquel entonces? ¡Claro que no! Lo que del cielo proviene es santo, puro e incorruptible. Los ángeles del cielo son perennemente estéticos, éticos y simplemente extraordinarios en su proyección. Juan Pablo II, no sólo ahora se proyecta muy mal, tengo que ser sincero con ustedes y decir que su mirada nunca ha sido angelical, sino que se proyecta con el ceño fruncido y penetrante, a tal punto que proyecta una fuerza negativa. Pero ahora no sólo se proyecta con un rostro denudado, sino también sin poder dejar de temblar, además, claro está, de que ni ve ni oye ni habla con autoridad, proyectándose evidentemente con decrepitud. ¿Cuándo Roma va a aceptar, renunciando a su soberbia característica, que los Papas no deben estar hasta que mueran, sino que deben estar mientras tengan la facultad? ¿Por qué someter a este señor (Karol Wotyla) a esa tortura ante el público? ¿Creen sinceramente ustedes que Dios está complacido con ese tipo de espectáculo? El poder de Dios es extraordinario, si ese fuese Su representante en la Tierra, ya lo habría renovado o, lo que es igual, cambiado; ya le habría permitido un descanso después de tantos años (más de veinte años de servicio) que este ser humano “le ha dado”; en cambio, el Todopoderoso, según ellos, presupone ser el que le impone esos trabajos que ya no puede realizar y que constituyen una proyección desagradable e innecesaria. ¿No creen ustedes que eso hace de su posición y acción un contrasentido? Este servidor de ustedes, que ha sido declarado por Jesús de Nazaret como Su hermano, profeta y último catedrático para el mundo (no sólo para Puerto Rico, Cristo me ha dicho para el mundo; cosa que yo puedo probar en cualquier momento y en cualquier foro, por la Palabra) está también deteriorado por el paso de los años (setenta y uno) y por la enfermedad que he tenido por más de treinta años (diabetes mellitus). Sin embargo, escuchen bien: Mi Señor, mi hermano mayor Jesús, me ha prometido que en los próximos meses estaré en lo que Él llamó la etapa intermedia, a los fines de llevarme posteriormente a la vindicación. Me ha dicho así: “Yo no quiero que tus allegados se asusten ni se afecten emocionalmente con los cambios que vamos a obrar en ti. Por consiguiente, tendrás una etapa intermedia con esa finalidad antes explicada, y para que puedas crear el trasfondo de tu vindicación. Por consiguiente, está llegando el momento para esa etapa intermedia. No salgas al público hasta que llegue esta necesaria etapa para ti; podrás ver bien, caminar sólidamente (te daré dos piernas que no querrás sentarte), y podrás salir al mundo a crear el trasfondo con tus predicaciones, sobre todo en Puerto Rico, tu querida isla. Y luego de que se cree el trasfondo, y la prensa internacional pueda comprender tu cátedra y tu profecía, entonces sobrecogerá al mundo el impacto de tu vindicación, creando de ese modo el segundo pendón que anuncia Isaías 11:10-12. El primer pendón fui yo con mi resurrección, y el segundo pendón eres tú con tu vindicación. Cuando esto ocurra el mundo se enterará rápidamente y todos querrán verte, podrás decir tú lo que yo dije en la antigüedad: ‘Y si yo fuere levantado, a todos atraerá a mí mismo’. Cuando tú seas vindicado tendrás el mundo a tus pies.”
Mi etapa intermedia provocará entrevistas y predicaciones públicas; podrán ver entonces el contraste entre un hombre que realmente no es representante de Cristo (el Papa) y un hombre que legítimamente sí lo es (este servidor). De manera que como decía nuestro amigo y filántropo Mario Moreno Cantinflas: “Así ya cambia”. Tendrán ustedes la oportunidad de comprender mejor la realidad del propósito de Dios para este tiempo. Si me preguntas cuál es mi reacción al ver estas cosas por medio de la pantalla televisada, les diré: Queridos hermanos, ya les dije que fue detrimental el panorama, pero les quiero decir más; fue penoso, me tiene que dar pena ver a un anciano deteriorado, mustio, seco, sin una esperanza inmediata, sirviendo de marioneta a Luzbel. Y fue muy lamentable escuchar la secuela de elogios hacia un personaje que históricamente nunca ha sido representante de Cristo, pero sí puedo asegurarles y probarles que es contrario al Señor Jesús. La herejía que allí se escuchó en esa misa pública, ante millones de personas, pasa por alto para ustedes (los fanáticos del Papado), pero no para mí (un interprete bíblico comprobado). Porque el Papa en su participación llegó a decir que Cristo estaba presente en el momento de impartir la mística y repudiable enseñanza de que el pan que se reparte en esa ceremonia se convierte en carne (literalmente) y el vino se convierte en sangre. Lo que ellos conocen con el nombre de la “Administración de la Eucaristía” donde de un memorial, que claramente enseña la Escritura, es deformado y se convierte en la transubstanciación de los emblemas; el uno en carne y el otro en sangre, haciendo de ese modo a los feligreses carnívoros y vampiros. Señoras y señores, Dios les ha enviado a este servidor en calidad de profeta como hizo con Israel cuando le envió en los apóstoles, muchos profetas; a ellos no quisieron oírlos, y el “establishment” de aquel entonces, representado por el sanedrín judío, los rechazó, los vilipendió, los mató y ni les escucharon, y la Inspiración Divina proclama el famoso versículo que dice: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (Mt. 23:37-38). Ahora ocurre lo mismo, me van a tildar de hereje, de malsano, de satánico y de qué sé yo cuántas cosas más, como siempre se van con la tradición y “con la más cargada”, van a escuchar el “establishment” a pesar de la ridiculez de ese acto que fue deplorable. Pero he aquí este corazón que con sinceridad pronuncia estas palabras para vuestra felicidad y seguridad futura: Esperen por mi aparición pública, y podrán constatar mis enseñanzas y mis actos como hubieron de hacer los antiguos con Cristo, porque la historia se repetirá en términos negativos y punitivos por parte de Roma, pero beneficiosos y llenos de esperanza por nuestra parte. Para todos ustedes vayan mis mejores intenciones y regalos teológicos del cielo, con la esperanza de que muchos que ahora están engañados puedan estar felices y contentos. No importa lo que me cuesten estas palabras, vale la pena si ustedes, algunos, son concienciados. Cierro este corto discurso diciéndoles, que Dios los bendiga y los ayude en todo momento. ¡Gloria a Dios!
Nota:
Da pena ver a un grupo de periodistas analizándolo todo subjetivamente, siendo indiferentes ante la realidad de la deteriorada condición de Juan Pablo II. Con seguridad que si fuese yo el que estoy allí, lo primero que marcarían sería lo concerniente a mi incapacidad física, pero han dado un espectáculo de subjetividad, y nadie, ningún periodista se atrevió a decir lo deteriorado y hasta desagradable de esa proyección. Son fanáticos por tradición, porque ni siquiera lo son por práctica; pero tendrán que dar cuenta a Dios por su unilateralidad, “lo ancho para mí y lo estrecho para ti”; pero yo quiero cantar como cantaba Agustín Lara: “Piedad, piedad para el que sufre. Piedad, piedad para el que llora. Un poco de calor en nuestras vidas y un poquito de luz en nuestra aurora”. En conclusión, la Beatificación misma es un acto antibíblico. Nosotros podemos juzgar a la luz de lo que Dios por Su Palabra nos ha enseñado qué es herejía y qué no lo es; pero nosotros en nuestras condiciones de seres humanos (y el Papa es un ser humano) no podemos leer el corazón de los hombres ni juzgarlos. Por consiguiente, no podemos hablar de santidad empírica hasta que Dios no lo determine al fin de los tiempos. No creo en la santidad empírica de ningún hombre, así lo expresa la Escritura: “…no hay justo, ni aun uno…” (Ro. 3:10). Habría mucho más que decir, pero con esto sólo puedo declarar que tanto la beatificación como la canonización son absurdos antibíblicos, porque, ¿quién dice la verdad, Pablo en representación de Dios o el Papa en representación del institucionalismo humano? Sin lugar a dudas, yo me quedo con Pablo, ¿y tú? Determina por ti mismo.
Otras Opiniones en torno a la Beatificación
Pastor – Como pastor de Asambleas de Dios creo lo que dice la Escritura de que todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo y solamente a tu Dios servirás y adorarás y solamente a Él clamamos. El único que responde es Papá, el Dios de los cielos. Como dice la Escritura, todo lo que pidieres al Padre en mi nombre yo lo haré. Por lo tanto, no vamos a segundas personas, solamente a través de Cristo vamos al Padre.
Palestra – ¿Qué cree usted de la cobertura que toda la prensa le ha dado al catolicismo, al Papa y a todo este asunto?
Pastor – Creo que ahí detrás está encerrada la idolatría. Se está idolatrando a seres humanos, a figuras, se está idolatrando efigies, se está idolatrando el Papa y así sucesivamente muchas cosas se están idolatrando.
Palestra – ¿Es bíblico eso de declarar a alguien santo?
Pastor – Eso no es bíblico, solamente la santidad viene cuando el hombre se consagra al Señor.
Palestra – ¿Cuándo Cristo o los apóstoles predicaron en torno a un proceso como la llamada beatificación?
Pastor – Los mismos apóstoles fueron seguidores de Cristo, y Él dice que el que quiera hacerse grande debe hacerse servidor de los demás.
Palestra – ¿Tiene la beatificación respaldo bíblico?
Padre – Yo creo que sí. Existe un registro de todos los que han sido elevados al Honor de los Altares. El Honor de los Altares es el primer paso para llegar a bueno. Ser beatificado significa ser considerado dichoso, significa ser considerado bendito. Nuestro Señor Jesucristo inmediatamente después de la resurrección empieza a aparecerse a sus seguidores, a sus apóstoles, y Él ya había dicho anteriormente las bienaventuranzas en el sermón de la montaña, y en esta ocasión que Él aparece a sus discípulos Él habla acerca de una nueva bienaventuranza, y esta nueva bienaventuranza él la refiere precisamente a todos aquellos que sin haber visto han creído. Esto lo dijo con la ocasión Tomás que no estaba cuando el Señor se apareció entre sus discípulos y entonces en otra ocasión que se aparece por segunda ocasión está Tomás con ellos y entonces pues el Señor le dice “ven acá, tal como tú deseabas para creer ver las heridas de mis manos, de mis pies y mi costado, mira mis manos, mira mis pies y mira mi costado y no seas incrédulo, sino creyente”. Él respondió: “Señor mío y Dios mío” y en ese momento el Señor le dijo: “tu crees porque habéis visto, pero dichosos los que creen sin haber visto”. Yo creo que eso es lo que corresponde a los bienaventurados, aquellos que creen en el Señor, creen en la resurrección del Señor sin haber visto, pero para llegar a ese Honor de los Altares hace falta vivir las virtudes de un modo heroico, principalmente las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad. Se puede decir con valentía.
Palestra – ¿Usted me acaba de mencionar que fundamenta la beatificación en un quehacer?
Padre – En las bienaventuranzas. Fe, esperanza y caridad le dije, y aparte de las virtudes humanas, valores morales y por supuesto los valores religiosos. No solamente se fundamenta en las virtudes, sino que más bien se fundamenta en el deseo de nuestro Señor Jesucristo que indica que nos invita a ser perfectos como el Padre celestial es perfecto. Usted estaba apuntando a una realidad que ningún hombre podía llegar a eso. Es un deseo del Señor que todos estamos invitados a ser perfectos como el Padre celestial es perfecto teniendo en cuenta que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y en la medida que nosotros caminamos hacia esa perfección como la del Padre Celestial es perfecto entonces nosotros estamos entrando por ese camino de los bienaventurados y al mismo tiempo estamos asemejándonos más al Padre celestial que es nuestro creador.
Palestra – Le pregunto: ¿Tiene la beatificación respaldo bíblico?
Padre – Claro que sí.
Palestra – ¿Puede señalar los versículos bíblicos?
Padre – No se lo puedo señalar así ahora en el aire. Tendríamos que ir a las Sagradas Escrituras, buscar los textos que le den fundamento teológico a esa beatificación y lo podemos encontrar como le dije anteriormente en las bienaventuranzas. La podemos fundamentar en la vocación de la Santísima Virgen María como Madre de Jesucristo, como bienaventurada.
Palestra – ¿Entonces, todos podemos ser beatificados?
Padre – Claro que sí. Usted puede ser beatificado si usted vive de un modo heroico de fe. Nuestra salvación, nosotros tenemos que actuarla. No nos vamos a quedar de brazos cruzados. Yo tengo que actuar, mi salvación tiene mucho que ver con el quehacer, porque yo soy parte activa, soy el principal agente de mi salvación y de mi beatificación. Yo como ser humano también soy el principal responsable y agente de mi propia salvación. Si yo no hago nada por salvarme, por supuesto que Dios me salvaría igual. Podemos revestirnos de incorruptibilidad.