
Siempre he dicho a lo largo de mi ministerio —de más de 35 años— que la Iglesia Católica, con sede en el Vaticano, se encuentra descrita en el libro de Daniel, capítulo 8, en calidad del poder bestial que allí se profetiza. En dicho capítulo (Daniel 8) se señalan características sobre este sistema bestial que nos sobrecogería durante el transcurso de la triste historia que habría de caracterizar a la sociedad terráquea después de su caída en Adán. No existe otro sistema en la historia humana más ajustado que Roma cuando de descubrir la bestia que describe Daniel se trata. Hagamos, pues, en estos instantes de debacle institucional católica, un repaso de los pormenores que estableció Daniel en torno a ese poder diabólico.
Todo hombre es débil, declara la Santa Escritura, todo hombre es pecador. No obstante eso, donde está Cristo está el Espíritu (2 Corintios 3:17), y donde está el Espíritu crecen cada día más los frutos de este (el Espíritu), manifestándose por medio del creyente. Veamos lo que dijo el gran apóstol en el nombre de Dios: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:22-24).
POR CONSIGUIENTE, DICE ESTE HIJO DE DIOS, EL PROFETA DEL 2000, QUE: EL HOMOSEXUALISMO PEDOFILIAL ES UNA EVIDENCIA DE QUE EL PRELADO ROMANO NO ESTÁ DIRIGIDO POR CRISTO. CRISTO NO HABITA AHÍ AHORA, Y TAMPOCO NUNCA ANTES.
Recuerde el amigo lector la negra historia que ha caracterizado al romanismo; pero claro… “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. A continuación reeditamos unos comentarios que hiciéramos hace ya tiempo en este mismo periódico bajo el título de “Un Análisis Bíblico de la Figura Papal”. Dirijamos nuestra atención hacia la más grande profecía bíblica: Me he referido a la profecía sobre la cuarta bestia que aparece en el capítulo 7 del libro de Daniel.
Si deseamos descubrir cuál es el poder representado por la bestia en Daniel 7:7 es necesario resumir todas las características que la Biblia señala sobre ese poder y luego acudir a la historia para ver qué poder reúne todas y cada una de ellas. Las características ofrecidas por Daniel en su libro, por Pablo y por Juan el vidente de Patmos, son las siguientes:
1) Derriba tres reyes para alcanzar el poder absoluto (Daniel 7:24):
El rey Papal satisface este señalamiento, pues la historia del origen Papal nos dice que los hérulos, los vándalos y los ostrogodos, quienes se oponían a la elección del obispo romano en calidad de Papa, fueron sometidos por la fuerza bélica y cayeron delante de él tal y como lo declara la profecía.
2) A los santos del Altísimo quebrantará (Daniel 7:25):
Amigo lector, no puede existir la menor duda respecto al cumplimiento de este señalamiento. La historia es nuestro dictador y, por lo tanto, nadie puede negar que el rey romano está aquí también aludido. Las matanzas, las guerras y la Inquisición fueron métodos característicos de este poder religioso.
3) Pensará en cambiar los tiempos y la ley (Daniel 7:25):
Es obvio que Daniel se refiere a la ley de Dios, pues la ley de los hombres es susceptible de ser cambiada por estos. Así las cosas, tenemos, pues, que el único poder en la historia que se ha proclamado con autoridad suficiente para alterar la ley Dios, ha sido el poder eclesiástico romano, con el Papa como director absoluto. Antíoco Epífanes —a quien la Iglesia Católica señala como la cuarta bestia de Daniel 7— nunca intervino con la ley moral de Dios, por lo tanto, no satisface este señalamiento bíblico y hay que descartarlo como tal.
Antíoco fue un rey que perteneció a la tercera bestia descrita en el libro de Daniel 7, versículo 6 —el Imperio Griego, el cual se dividió en cuatro reinos (cuatro cabezas como señala la profecía)—, siendo este (Antíoco) un descendiente de Seleuco (uno de los generales que participó de esta división, ocurrida a raíz de la muerte de Alejandro Magno). Por lo tanto, si Antíoco está señalado bajo la tercera bestia, no puede pertenecer a la cuarta —que es un reinado distinto, al estar envuelto en ese simbolismo un aspecto religioso que sí lo hace distinto, tal y como lo enfatiza Daniel en la profecía—. Esta especificación de Daniel 7:25, sin lugar a dudas, es una alusión al rey Papal con carácter de exclusividad, y no puede aplicarse a ningún otro poder político per se.
4) Con sagacidad hará prosperar el engaño (Daniel 8:25):
Se necesita ser astuto o sagaz para llegar a alcanzar el poder y el reconocimiento que estos señores han alcanzado en el transcurso de la historia. ¿Pero cómo es posible que el engaño haya prosperado tanto y tanto en su mano de tal forma que “…se maravilló toda la tierra en pos de la bestia”? (Apocalipsis 13:3).
5) En su corazón se engrandecerá (Daniel 8:25):
Es sumamente sencillo corroborar esta especificación. El “pontífice” romano realmente se cree santo, siendo ello contrario a lo declarado por el Altísimo en Su Palabra, quien por medio de Su apóstol nos dice: “…No hay justo, ni aun uno… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia…” (Romanos 3:10, 23-24). El Papa permite que se le arrodillen al frente y le besen el anillo; sin embargo, Pedro, dis que su antecesor, no lo permitía (véase Hechos 10:25-26 al respecto).
6) Con paz destruirá a muchos (Daniel 8:24-25):
La paz ha sido siempre el continuo estribillo del Papa, pero no la paz del Evangelio, sino la paz temporal, como ya hemos señalado anteriormente. Esta especificación es también satisfecha a cabalidad por la figura histórica que nos ocupa. Las guerras y persecuciones destructivas que este poder ha desencadenado alentando a otros a que peleen por él, han sido ya señaladas por la historia. Daniel dice que se fortalecería, mas no con fuerza propia (8:24). ¡Qué claro!, ¿verdad?
7) Objeto de culto:
Veamos ahora una extraordinaria característica que el apóstol Pablo señala, refiriéndose a este personaje: “el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:4). Obviamente, la oposición aquí señalada no es una de carácter abierta, sino sutil y soterrada, puesto que evidentemente suplanta a Dios. El vocablo anticristo lleva la idea de uno que aunque pretende suplantar a Cristo, lo hace no para canalizar la obra del Señor, sino más bien para distorsionarla y desviarla sin darse a conocer. Es ese el mismo método que señala en otra escritura el mismo apóstol y que caracteriza a Satanás y a sus ministros; veámoslo: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:14-15).
Analizar la figura Papal es el equivalente de analizar la Iglesia Romana. Por consiguiente, el acontecer presente en la Iglesia Católica en torno a la pedofilia es una clara evidencia de la naturaleza diabólica de esa institución, ya que en otras instituciones podría surgir uno que otro caso esporádico, pero en esta institución (entiéndase católico-romana) constituye el “pan” nuestro de cada día, a lo largo de toda la historia. Recuerden los romanos a San Agustín, dis que un padre de la iglesia que, a la vez, era un homosexual confeso.
Su debacle continuará. Ya la Iglesia Católico-Romana ha llegado a un punto de no retorno; y yo declaro en el nombre de Dios, mi Padre, al liderato de esa iglesia en Boston, al Vaticano y a todo el mundo, incluyendo a Puerto Rico, que en vano realizan sus humanos esfuerzos por vindicar su imagen, ya que Roma es una institución integrada y no seccionada. ¿O no son ustedes los que reclaman que el protestantismo es seccionado en múltiples sectas y que ustedes constituyen la única integrada organización eclesiástica en el mundo presente? ¿Por qué ahora pretenden achacarle a Boston la debacle?, implicando así que son los efectos de la cultura norteamericana, cuando la realidad es que íntegramente Roma se ha caracterizado por la alta incidencia de homosexualismo que la ha distinguido desde tiempos remotos. Es Dios quien ha comenzado a celebrarle juicio. Hace ya años que esta voz ha venido anunciando esa debacle; por más que escondan la mano, como lo hace un buen “pitcher” de Grandes Ligas, “se les ha visto la costura” en esta ocasión a los fines de que el pueblo descubra quiénes en realidad son ustedes: integrantes de la bestia de Daniel 7 y 8.
Debo hacer una última observación en torno a este caso en particular que apunta también hacia Roma; en Daniel 7:8, leemos:
8) “…y una boca que hablaba grandes cosas” (Daniel 7:8):
¿Cómo es posible que el público lector no perciba en estos días, y en torno al asunto de la pedofilia, el cumplimiento de esa característica? Noten ustedes, amigos lectores, en todo planteamiento que hace el Clero romano (incluso en lo declarado por el arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves) la característica más evidente es la utilización de una terminología sofisticada e incomprensible. Esta característica es una evidencia de que no se quiere llegar al pueblo, más bien se pretende que el pueblo, al no entender, se diga a sí mismo: “¡Qué intelectuales son y qué sabiondos! ¡Hablan el lenguaje de los ángeles!” Pero… ¡qué va! Para mí constituyen unos pedantes que rehúsan la terminología del vox populi (voz pueblerina) para no enfrentar su realidad ante el común del pueblo. Noten su vocabulario: Pedofilia. El común del pueblo tiene que detener su lectura para buscar un diccionario que mantenga dicho planteamiento a nivel de comprensión. El lector, abrumado por una terminología tal, se desanima al no comprender y hasta se desalienta, y de ese modo lo mantienen fuera de una verdadera línea de comunicación clara y precisa; ¿y por qué no decir la verdad? ¡Qué pedofilia ni pedofilia!, patería, homosexualidad y poca vergüenza, es en términos populares lo que realmente es. Hoy día hasta las palabras son rebuscadas por esta institución tenebrosa para así poder disimular ese tipo de sodomía desvergonzada y sucia. Les recuerdo que “la mona, aunque se vista de seda, mona se queda”. Unos puercos es lo que son. ¡Que ironía y pretensiones las de esta gente!, entes aborrecibles ante los ojos de Jesús, y dis que son vicarios de Cristo. Se necesita ser pretensioso para señalar una cosa como esa.
Deseo señalar aquí al católico lector que se le ocurra pensar que mis palabras son duras y no propias del Señor de los cielos (a los fines de desviar el asunto central y “tirarse por la tangente” como siempre han hecho) que, mi hermano Jesús era muy franco en Sus reprensiones, y a los mercaderes del templo les dijo enfáticamente “ladrones” (no les dijo hermanos cleptómanos); mientras que a los fariseos les dijo “hipócritas” (y no talentosos actores); y, “sepulcros blanqueados por fuera y podridos por dentro” (y no gente de distinción en el buen vestir). Y Pablo hizo también lo propio con los cretenses cuando les dijo “adoradores del vientre” (en lugar de gente fina y espiritualizada).
Lo mismo hizo también nuestro hermano Martín Lutero, quien, sin lugar a dudas, fue el segundo ángel de Apocalipsis 14 (el primero lo fue Pablo). Veamos un histórico señalamiento que aparece en una carta que le enviara este (Martín Lutero) al incumbente de turno de la silla Papal (León X), a los fines de que constatemos la extraordinaria franqueza con que hablaba a los herejes romanos; leamos: “Mi ejemplo es Cristo: El tampoco se cansa de llamar a sus enemigos generación de víboras, hipócritas, ciegos, hijos de Satanás. También el apóstol Pablo calificó al mago de hijo del diablo, embaucador y perverso; a los falsos apóstoles les denominó perros, engañadores y trastornadores de la Palabra de Dios. Si los oídos tan delicados como hoy tenemos hubieran escuchado tales insultos, habríase afirmado, sin duda, que nadie hay más rabioso e impaciente que San Pablo. Pero, ¿hay quien supere a los profetas en su iracundia? Al parecer se han vuelto nuestros oídos en estos tiempos tan delicados, al son de los dañinos aduladores que forman legión, que si no se nos alaba en todas las cosas gritamos, quejándonos de la iracundia. Sin embargo, no pudiendo hacer frente a la verdad evitamos su encuentro, o sea, inventamos motivos como el de la iracundia, la impaciencia y la soberbia, que animan a los representantes de la verdad.” (Tomado del libro Martín Lutero, Antología, pág. 40-41.)
De modo, pues, que si yo os digo “puercos” estoy tratándolos con suma realidad y hasta delicadeza, porqué ¿qué es, sino un puerco, aquel que entroniza el excremento humano llamándolo amor fraternal? Les sigo advirtiendo que Roma entroniza la corrupción.
El Fin ha Llegado
Mi voz, en calidad de catedrático final, en representación del Señor de los cielos, no puede callar ante tal descubrimiento divino (la perenne pedofilia que origina el Vaticano), pues cuando la luz brilla y la verdad se descubre se está viabilizando una mejor visión de las cosas. En una ocasión el titular de este órgano periodístico que este servidor sostiene fue: “No me equivoqué con Raschke”, y muy bien ahora podría haber sido: “No me equivoqué con Roma”. Seguirán viendo ustedes cómo mi voz profética continuará evidenciándose y tornándose ante vuestra comprensión como la voz de Dios en este presente fin de siglo. Es este escándalo una clara evidencia de que el fin ha llegado.
Vamos a finalmente recordarles mi análisis de Apocalipsis 18:5-6. En aquella ocasión planteamos a ustedes el hecho de que Babilonia es Roma, y que esta (Roma) se siente segura, como lo declara el versículo 7 de dicho capítulo; veamos: “Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto.” ¿Te fijas que has sido presuntuosa, Roma Papal? Mira ahora tu llanto. ¿Ves cómo estás cayendo? Dios no se queda con nada de nadie, y ya comenzó a descubrirte.
Les digo en nombre de mi Padre: El Fin ha llegado. De ahora en adelante no se detendrán en esa precipitación, no volverán a levantar su imagen; ya la levantaron una vez, pero “a la tercera va la vencida”, porque corresponde a este servidor marcar el camino a los fines de que aquellos que abran los ojos por este ministerio continúen dándole una doble porción del vino que ustedes han repartido durante ya tanto tiempo.
Les advierto que este órgano periodístico continuará con frecuencia cada día denunciando vuestra terrible realidad satánica, ya que marcho hacia el cumplimiento de las órdenes divinas, pues ha llegado el momento de que proclame a viva voz: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.” Noten ustedes, queridos lectores, que he cumplido en este artículo con esa responsabilidad al exclamar: ¡Qué pedofilia ni pedofilia!, patería, homosexualidad… y es eso el equivalente de lo señalado en Apocalipsis 18:2, al decir: “de toda ave inmunda y aborrecible”.
Es conocido por todos que la Iglesia Católica es prolífera en la enfermedad del SIDA, que es en realidad una plaga final y que constituye los efectos de la abundante concupiscencia que anida en esa institución.
NOTA
En el periódico Primera Hora del 25 de abril de 2002 aparece el siguiente señalamiento hecho por el monseñor Roberto González Nieves, arzobispo de la arquidiócesis de San Juan: “Deseo expresar mi profundo sentimiento de solidaridad y preocupación a las víctimas y sus familiares donde quiera que se encuentren. A la vez que le pido perdón a todos ellos por los pecados cometidos y el mal manejo que se pudo haber cometido.”
Señor González, vaya este señalamiento y consejo de parte del Señor: ¿Cómo es posible que hable usted ahora, después de los descubrimientos públicos que el Señor ha propiciado —y no el hombre— pidiendo perdón? Es de conocimiento mundial la alta incidencia de pedofilia en la Iglesia Católica.
Soy natural de Hatillo, Puerto Rico, tengo ya 72 años, y conozco desde pequeño (pues es por todos conocido) esa condición que ha existido siempre en la Iglesia Católico-Romana. Es evidente, pues, que todos afuera lo sabemos; es inconcebible que ustedes adentro se proyecten como desconocedores e insistan en proyectar una ingenuidad que no va a tenor con la evidente sagacidad que poseen vuestros intelectos. Estoy asombradísimo de ese tipo de desfachatez.
Deben ahora tomar mi consejo que en el nombre de mi Padre celestial y en calidad de legítimo profeta con gusto les doy: Lo mejor que podrían hacer es confesar sus reservas pecaminosas a nivel institucional y pedir perdón a Dios por apropiarse de títulos y prerrogativas que obviamente nunca han tenido, pues sólo así podrán ser perdonados por mi hermano mayor, el Cristo, a nivel individual, pues es evidente que en una iglesia tan escandalosa como esa Cristo nunca ha habitado.