Roma: Los Más Grandes Mercaderes del Cristianismo

(Catolicismo Parte II)

En el artículo anterior hicimos una relación del estado de exaltación y soberbia en que el Clero romano se ha ubicado por causa de su ideología.  Esta ideología consiste en proclamar que los creyentes alcanzan un estado de santidad o de impecabilidad; asunto que desvirtúa totalmente el método de salvación bíblico, claro y simplista donde se declara que la justicia que nos salva es la justicia absoluta que reside en el Señor, y no la justicia relativa que el creyente pueda obtener.  Dicho de otro modo, la justicia que nos salva permanece en Cristo y no en nosotros.  Nosotros obtenemos esa justicia salvífica por el sencillo método de representación que la Biblia promueve, pero jamás es transferida al creyente.

Hemos de recordar que Satanás se transforma en ángel de luz, por consiguiente, es dentro del campo de la religiosidad, y no aparte de este, donde él (Satanás) ejecuta la obra de desviar y deformar la teología correcta que nos lleva a puerto seguro.  Amigo lector, si deseas salvarte debes concienzudamente evaluar lo que te planteo, pues es de suma trascendencia para ti y para los tuyos.

En Juan 17:3 se nos dice del siguiente modo:  “Y esta es la vida eterna:  que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” Dios nos creó con una mente inteligente para que mediante ella (nuestra mente) reconozcamos y podamos asumir el camino correcto.  Si sigues a los detractores de la verdad estarás perdido, es vital, pues, que aprendas a conocer la verdad del Evangelio como único camino a la salvación, que hagas un “mentís” de las pretensiones romanas y, como te dije anteriormente, descubras que ya Dios forjó para ti la salvación, pues esto es algo que Dios te ha regalado ya completo.  Cuando Cristo murió así lo declaró, al decir:  “Hecho está”.  Los esfuerzos humanos por alcanzar una justicia que nos recomiende ante Dios son inútiles e infructuosos, pues no hay justo, ni aun uno.  Es, pues, imposible que esto se logre por nuestros esfuerzos, ya que nuestra egolatría inherente hace ese hecho inalcanzable.  He ahí, entonces, el porqué Dios nos salva por el método evangélico ya aludido, que consiste, como dice la Palabra, en acreditarnos lo que uno, Jesucristo, hizo en representación de todo aquel que cree.

Mucho público enardecido y rabioso nos ha acusado de demonología, pero nadie hace un planteamiento inteligente y bíblico sobre el asunto.  Es obvio que están enardecidos de soberbia, pero siguen siendo unos totales desconocedores de los métodos divinos.  Yo reto a cualquier teólogo católico, sacerdote o laico a que el público lector pueda por sí mismo escoger la alternativa que como realidad bíblica se ajuste a sus intereses salvíficos.

El resultado de la desviación teológica e ideológica en que el romanismo católico se ha ubicado es notablemente materialista.  El romanismo católico no insta al ser humano a alcanzar el Reino de los Cielos mediante una dependencia en Cristo, sino que se ha constituido en una disciplina que consiste en que el creyente ejecute obras y formas religiosas como si estas pudieran alcanzarle la entrada hacia el Nuevo Reino, desviándolo así de la realidad de que sólo llegamos al Padre por medio de Jesucristo.  Nótese la clara aseveración del Maestro de Galilea:  “..Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).  ¿Cómo es que Cristo se constituye en el camino?  La misma Escritura te lo contesta y te dice: “por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne” (Hebreos 10:20).  El término “a través de su carne” es una clara alusión al Calvario y a la dependencia del creyente en este acto histórico.  Por consiguiente, el camino no es la acción del creyente de imitar a Cristo, sino la gloriosa fe que le lleva a depender de Este y no de sí mismo.

Podríamos resumir esta parte diciendo que Roma, como dice Daniel profeta, ha echado por tierra la verdad del Calvario; y dicho de otro modo, como el hombre es formado de la tierra, ha pretendido que las obras de Adán (nombre este que significa formado de la tierra) se constituyan en la base de su salvación.  Como todo se sintetiza en el desarrollo de lo que concierne al creyente, y no lo que concierne al Salvador, se hayan perdidos, confundidos y materializados a la non plus ultra, predicando de ese modo una “hageosalvación” (autosalvación o salvación de iniciativa humana).  Otro resultado de esto es el hecho de que las ideas de Roma hacen de este planeta el centro de la actividad cristiana, y nunca miran hacia el futuro que está tan cercano a realizarse, sino que tienen los pies muy colocados sobre la tierra.  Por consiguiente, valorizan más el presente que el futuro, el hoy antes que el mañana, y se han constituido en los mayores comerciantes (mercaderes del templo) de la historia religiosa.  Ese énfasis que el romanismo ha ejecutado en la consecución de riqueza material a tal extremo llegó, que existió un monje católico llamado Tezter que iba vendiendo bulas e indulgencias católicas por toda Europa.  Este monje proclamaba que Dios había abdicado Su trono en favor del Papa, y si el Papa autorizaba tu salvación a cambio de bienes en metálico (entiéndase dinero), las almas saldrían del infierno y llegarían a la Gloria.  Su estribillo era:  “Las monedas en el cofre cayendo, y las almas del infierno saliendo.”  ¡Qué barbaridad!  Soto  Santiago era un niño comparado con Tezter.  Así fue como se enriqueció Roma.  ¡Qué historia detrimental!, vender la salvación por dinero mediante conceptos increíblemente equivocados del infierno y la gloria, evidentemente súper equivocados.  Se han constituido en los mayores cambistas que han existido y existen en el mundo religioso en la actualidad, no sólo en el pasado.  No debe esconderse el hecho de que el palacio Papal en el Vaticano constituye una evidencia de sus pretensiones.  ¿Se imagina usted cómo vive ese señor en su recinto vivencial?  Tiene mil seiscientas habitaciones con aire acondicionado, camas con cenefa lujosamente construidas, alfombras de más de una pulgada de espesor, y ni aun así las usa, pues lo cargan en un trono portátil, (no por causa de su vejez, pues esto lo hace desde que está joven).  Es evidentemente un rey de este mundo, mientras Cristo decía que Su reino no era de este mundo.

Es conocido por todos la comercialización que Roma ha hecho durante toda su historia en torno a las indulgencias y dispensas.  En el Vaticano se explota la venta de estampillas, que por el hecho de haber sido bendecidas por el Papa las cobran carísimas.  La amistad del Clero romano (especialmente del Papa) con los reyes de la Tierra es una clara evidencia de la alusión que se le hace en Apocalipsis 18 a esa institución por el dis que Santo Padre dirigida.  Dicho señalamiento lee así: “Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.” Más adelante, en los versículos 7 al 10 de dicho capítulo 18, leemos también:  “Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón:  Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas, muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga.  Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo:  ¡Ay, ay, de la gran cuidad de Babilonia [refiriéndose al Vaticano], la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!”

Es menester reconocer que ese espíritu comercializado sigue destruyendo a niveles comerciales todo; y todo lo que toca pretende como Dimas, convertirlo en oro.  Recordemos el triste caso —acaecido hace unas décadas— del ex-Secretario de la diócesis de San Juan, excomulgado por la Iglesia Católica.  No fue vano ni mal fundamentado el denunciamiento que dicho señor hizo a la Iglesia Católica cuando hizo una serie de artículos donde señalaba que el romanismo tenía inversiones aun hasta en la industria bélica.  Y ¿quién puede dudar que el catolicismo romano sea un emporio económico, único en el mundo entre las instituciones religiosas?  No olvidemos la triste historia de Adolfina Villanueva en cuyo trasfondo, como una sombra negra, aparece la Iglesia Católica.  Son demasiadas las evidencias que dan fe, y cuando de dinero se trata Roma es la iglesia líder en la acumulación de riquezas.  ¿Verdad que debió ser analizada en la serie Mercaderes del Templo?

Este Movimiento que yo presido, independiente de las iglesias históricas, —dentro de sus limitaciones económicas— pretende, por comisión divina, denunciar la opresión, el despotismo y la soberbia de la Curia romana establecida a niveles mundiales, quienes se proyectan como piadosos ayudadores del pueblo, cuando constituyen realmente un poder jerárquico de gran opulencia económica y una lacra social.  El Vaticano está regido por un rey de este mundo, igual que cualquiera otro.  En los próximos artículos seguiremos analizando el significado y su posición a la luz de la verdad de Dios.

El espíritu y los métodos del pasado por parte de este poder religioso están presentes evidentemente, por eso señalo los casos de Adolfina Villanueva y del ex-Secretario de la diócesis de San Juan.  Por consiguiente, suplico al lector que ore por este servidor, porque es muy probable que esos métodos sean utilizados contra mi persona.  Si así fuere sé que el Señor intervendrá.  No obstante, os debéis preocupar por ese espíritu que constituye un poder de lo bajo y que domina el mundo occidental.  He pretendido abrir vuestros ojos para vuestro cuidado y beneplácito, por cuanto lo que hasta aquí he escrito hace de Roma la secta más agresiva y dañina que ha dado la historia del hombre.  Sus teólogos son enemigos de la verdad.