
El Fin ha Llegado Parte III
“El mundo puede cambiar para mejorar, con una paz posible en Oriente Medio, los Balcanes, África y otros lugares atormentados por los conflictos y la violencia…”. Lo que antecede son las desacertadísimas palabras de Juan Pablo II citadas en el periódico Primera Hora del 16 de abril de 2001. Note el amigo lector esta otra aseveración: “Este mundo nuestro puede cambiar. La paz es posible donde durante demasiado tiempo han habido lucha y muerte…” Ibídem.
Este servidor, mejor conocido como El Profeta del 2000, ha sido comisionado por Cristo, mi hermano mayor, para que dé seguimiento a este sistema Papal que es obviamente enemigo de la verdad. Podré parecer a ustedes un representante del diablo, pero los que así piensan serán sorprendidos algún día no tan lejano por la gran verdad que Cristo mismo os señalará de que el Papa es el anticristo. La palabra anticristo significa un Cristo sustitutivo. En términos generales se piensa que el prefijo anti significa una oposición abierta, pero no es así, el prefijo anti significa, «en lugar de». Pablo nos señala lo razonable de esta interpretación cuando nos declara que Cristo se dio a Sí mismo en rescate por muchos (1 Timoteo 2:6). La palabra rescate se traduce del griego «lutron»; pero para llevar la idea de que Cristo nos salva por una justicia sustitutiva, la palabra que se traduce por ese rescate es «antilutron», lo que lleva la idea de un rescate sustitutivo. Así también este principio gramatical implica que el anticristo es un Cristo sustitutivo. Con eso les he querido decir que no vean el anticristo como un opositor abierto a Dios, porque más bien es uno que pretende sustituir la obra de Cristo por medio de una suplantación. Así hemos de verlo en Segunda de Tesalonicenses, donde leemos: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá [el Señor] sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:3-4). Vean mis queridos lectores cómo la acción del anticristo (el hijo de pecado) no es una oposición abierta contra Dios, sino una oposición soterrada; por esto se dice que se sienta en el templo de Dios (se ubica en el templo que a Dios pertenece) porque en realidad su obra de engaño es soterrada. Como también Pablo lo confirma en Segunda de Corintios al decir que Satanás se transforma en ángel de luz; veamos: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 11:13-14). Note la explicación anterior: “tanto [se opone] que se sienta en el templo de Dios, como si fuera Dios”, o sustituyendo a Dios (al hacerse pasar por Dios lo pretende sustituir). Su pretensión es de gran alcance contra aquellos que evidentemente creen; así lo confirma la lectura que estamos evaluando: “tanto [se opone] que se sienta en el templo de Dios…”, se opone de un modo sutil contra los hombres de fe (que son objeto de culto o que ejecutan culto a Dios). Ese es su claro objetivo, los hombres que acuden al templo a adorar a Dios por la fe. De manera que con paz, con elocuencia, disfrazándose de cristiano todo lo distorsiona, y los efectos de esta acción culminan cuando el creyente se fanatiza y respalda un sistema que es obviamente contrario a las enseñanzas de Cristo, como es este el caso, pues Roma no tiene verdades que ofrecer al mundo. Mi cátedra es muy, muy necesaria para que el hombre de Dios salga de Babilonia.
Uno de los atributos que le señala la Escritura al anticristo aparece en el capítulo 7, versículo 25 del libro de Daniel: “Y hablará palabras contra el Altísimo…”. En mis análisis previos yo había hecho observar a los lectores las siguientes características del anticristo: “Tenía boca que hablaba grandes cosas…” (Daniel 7:8); y “…con paz destruirá a muchos” (Daniel 8:25). Note el lector cómo el antes citado versículo confirma lo que ya os he dicho: el Papa habla de paz, hablando así palabras contrarias al Altísimo. Esa paz de la cual habla el Papa es destructiva, pues coloca a los hombres, en términos generales y a los creyentes en particular, a mirar y a ver su esperanza en un mundo en caos. Es decir, que aparta la mirada del creyente del cielo. La Biblia dice en Colosenses 3:1: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba…” (no las de abajo), pero es evidente que este señor representa al diablo, no a Dios. Dice la Palabra Escrita: “…Paz, paz; y no hay paz” (Jeremías 6:14); y dijo, también, nuestro Señor Jesucristo, mi hermano mayor o Salvador del mundo: “…no he venido para traer paz, sino espada” (Mateo 10:34); añadiendo, además: “…En el mundo tendréis aflicción…” (Juan 16:33). Es, pues, evidente que el Papa es un rey de este mundo, pero jamás representante de Cristo; habla palabras contrarias a Cristo. Nuestro Padre celestial, el Todopoderoso Dios de los cielos, ha tenido siempre en su agenda el noble propósito de que el hombre viva para siempre en paz y felicidad consistente, pero el diablo cautivó este mundo y lo ha destrozado. El deseo de Dios es alcanzar que los hombres logren vivir algún día altruistamente (vivir para servir a los demás); sin embargo, Luzbel, quien es el padre de la mentira (Juan 8:44) logró corromper al hombre a tal punto y magnitud que este vive egolátricamente. Su naturaleza (la del hombre) es ahora mismo contraria a los deseos del Altísimo, somos rebeldes por naturaleza. He ahí cómo Pablo lo constata: “…no hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10); e Isaías lo respalda: “…Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga…” (Isaías 1:5-6). Los miembros de esta sociedad presente, como dice el gran apóstol “nos hemos desviado, a una nos hicimos inútiles” (Romanos 3:12). ¿No está acaso claro, clarísimo, que estamos corrompidos y que, como dijera nuestro Señor Jesucristo “no hay hombre bueno aparte de Dios” (Marcos 10:18)? ¿Cómo, pues, es posible que el mal llamado representante de Cristo hable tan antagónicamente a su Señor, fijándose en este mundo y colocando falsas expectativas para los integrantes de esta sociedad? El Nuevo Siglo que aparecerá cuando Cristo regrese entre las nubes del cielo es nuestra única y exclusiva esperanza. Sabe el Papa que en este mundo nunca habrá paz. Él no desea que coloquemos nuestra esperanza donde verdaderamente está, más bien provoca por sus discursos que nos desviemos de esa bendita esperanza y tengamos los pies bien puestos sobre la tierra que es donde está su reino.
Podríamos controlar nuestros impulsos y disminuir nuestras fallas, y debemos hacerlo, pero jamás podremos alcanzar una paz absoluta en circunstancias como las presentes. La verdadera paz está en las manos de Dios, y en el futuro, en ese mundo maravilloso que Dios nos ha prometido. Ha de ser esa nuestra única y exclusiva esperanza contra la concupiscencia que nos caracteriza (y el Papa no es una excepción). El Papa nos lleva a darnos la mano con el mundo, y si en este mundo estamos en una buena posición de autoridad y riqueza —como es el caso de este señor Papa—, entonces se cumplirá aquello que dice: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). Es evidente, pues, que los tesoros del Papa están en este mundo. Siempre os he dicho que el Papa es un gran trabajador social, pero jamás ha sido un teólogo que se goce en las cosas futuras. Siempre ha estado y estará en los negocios de este mundo, lo cual es el equivalente de decir que está en los negocios de Luzbel, príncipe de este mundo (Juan 14:30).
Mi ministerio consiste en marcar un seguro camino al cielo, no es en “dorarles la píldora” y decirles que esto tiene arreglo, “no puede dar buenos frutos el árbol seco”, y el ególatra vivirá siempre para sí, provocando discrepancias y luchas que sólo la restauración que Cristo trae junto con el Nuevo Siglo podrá establecer la paz. Dicho de otro modo, la paz no es un patrimonio de este siglo, sino del Reino de los Cielos. Aquellos que se autoproclaman ministros de Dios y se dan la mano con ese sistema engañador están demostrando con sus hechos que tienen uno y el mismo sentir Papal, y que se oponen abiertamente al sentir divino que es el de que coloquéis vuestra mirada y atención en el reino que Cristo preside y que no es de este mundo. Cuando el Altísimo restaure el mundo todo problema habrá quedado atrás, pero como no se cree en aquello que Dios ha prometido, sino que más bien se cree en aquello que se ve, Dios está dilatando su restauración, y restaurará única y exclusivamente a aquellos que le hemos creído y en Él confiamos. No permitas que se te engañe de un modo tan cruel y tan sagaz como el que utiliza el Papa. Alguien tiene que ponerle “el cascabel al gato”, y solamente un enviado como este servidor que te escribe, que no tiene intereses materiales de ninguna clase, se atreve hacerlo; pero los engreídos ministros del presente, que ante mis ojos no son otra cosa que “caculos sociales”, se dan la mano con el Papa, y dis que por no romper con la paz, no lo denuncian. Como dijo el ex gobernador Romero Barceló cuando le comentaron sobre su derrota en el año 1984: “¿Qué derrota?”; y ahora yo les digo: ¿Qué paz?
Si acaso están pensando los papistas en utilizar un versículo que dice: “La paz os dejo, mi paz os doy…” (Juan 14:27), les advierto que es la paz de Cristo, no es la paz del mundo. Es obvio que Cristo está hablando de una paz de conciencia que te justifica ante el tribunal celeste y nos ofrece seguridad mediante el Evangelio, que constituye la paga del pecado y, consecuentemente, la paz para con Dios. De manera que si te tiras por ese lado estás mal. Note como dice más adelante en ese pasaje que aparece en Juan 14:27: “…yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. De modo, que Cristo está haciendo una clara diferencia entre Su paz y la paz del mundo. Esos pasajes más bien me dan la razón. Aquí yo soy el intérprete por la autoridad que Dios me ha conferido para realizar esta tarea denunciativa. Recuerda que lo advertí: Tienen un problema de frente que se llama Luiko de Jesús (L.J.L.), Profeta del 2000”. Yo sí represento al cielo y Jesús me dirige, y estoy aquí dispuesto a no ocultar jamás la verdad y a decir “al pan, pan y al vino, vino”. Si por esto me quieren crucificar como hicieron con Jesús, para eso he venido a este mundo, para recibir, como recibió mi Padre, violencia y oprobio, pero si Jesús podía decir en sus tiempos: El fin se acerca, yo puedo decir ahora: El fin del fin ha llegado”.
Evidentemente aquí no hay términos medios; o se está con Dios o se está con el diablo; o se está con el cielo, o se está con los poderes materialistas. Cristo dijo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12:30). No hay cosa que mi Padre aborrezca más que la ambigüedad. El fin ha llegado y te advierto que debes abrir bien los ojos y no ser indiferente si es que quieres participar de ese maravilloso mundo que Dios y su Cristo te ofrecen. Que Dios te bendiga y te ayude a comprender el más grande engaño que jamás ha existido y que se llama Sistema Papal.
Mi Padre, Jesús, me visita religiosamente dos veces en semana, y lo último que me dijo fue: “Dale duro a esos romanos que me crucificaron, yo estaré contigo siempre hasta el fin de todas las cosas. Tú nunca irás al sepulcro, mi Padre es el dador de la vida y pronto te vindicará. Tu futuro, como mi hijo que eres y último catedrático de este mundo, es glorioso.”