
(El Fin ha Llegado Parte IV)
El Papa Respalda la Evolución; Luiko de Jesús, la Creación
Mucho se habla en nuestros días del proceso evolutivo. La prueba científica parece cada día más completa y propicia para convertir la teoría evolutiva en ley. El mal llamado “Santo Padre” hace ya unos pocos años emitió su opinión en términos de que Evolución y Creación son compatibles. Este servidor de ustedes, El Profeta del 2000, conocedor por excelencia de la voluntad divina, puede decirles con una absoluta seguridad que la Escritura, la Palabra de Dios, niega categóricamente el proceso evolutivo, aun cuando la ciencia pueda aceptar y hablar de comprobaciones y pruebas científicas. Ahora resulta que el Papa, como un buen representante del diablo, niega sutilmente la creación, pues respalda también la evolución dis que por la contundencia de la prueba científica.
En su proceder histórico la ciencia ha estado plagada de equívocos, de manera que creer en la revelación de Dios es mucho más seguro que creer en la evolución científica que originó un señor llamado Charles Darwin. Vivimos en medio de un conflicto y enfrentamos un adversario muy conocedor de la ciencia, quien fuera uno de mis hermanos en mi preexistencia, llamado Luzbel. Dice la Palabra que contiene la historia de mi hermano mayor, el Cristo (entiéndase la Biblia): “No ignoréis las maquinaciones del diablo” (2 Corintios 2:11), y es obvio que nos olvidamos de que ese ser existe junto a nosotros en este planeta y que todo lo altera en favor de sus propósitos nefastos. Satanás fue arrojado del Cielo a la Tierra (véase Apocalipsis 12:7-9); al ser lanzado aquí mi ex hermano, se constituyó en el príncipe de este mundo (Juan 14:30). Note, amigo lector: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
Después de leer este pasaje o versículo bíblico, ¿cómo no podemos ver claramente que Satanás es engañador del mundo y un manipulador científico? Es conocido por casi todos que aun la prueba del carbono no es eficaz ni segura. Junto con Satanás vinieron a estas regiones miles de ángeles arrojados del cielo (Apocalipsis 12:9). ¿No crees tú, amigo lector, que dentro de esas miríadas de ángeles arrojados, descendieron entre ellos antropólogos, arqueólogos, paleontólogos y otros, capaces de manipular el andamiaje científico de nuestro siglo? No podemos nunca ignorar, como dijimos al principio, las maquinaciones del diablo, pues él y sus ángeles controlan el mundo. Por eso, amigo lector, la fe es necesaria; esa fe sólida e invulnerable; esa fe invariable que Dios nos solicita en Su Palabra; aunque caigan mil y diez mil confía siempre en nuestro Creador, como decía Job: “Esperaré en Jehová todos los días de mi vida”. Estamos ante un nuevo ardid satánico que consiste en utilizar la ciencia para deshonrar la fe; parece que el estribillo moderno, incluyendo el del Papa, es “ver para creer”, pero Cristo dijo: “…bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29). Este servidor de ustedes, biblicista por excelencia, cree en todo cuanto dice la Palabra de Dios. Nosotros no ponemos en tela de juicio Su Palabra, sabemos que Él es el Padre de la ciencia, y en este caso vamos a ir más lejos a decir que es el Padre de la estética. Para ello tenemos que creer en la literalidad del Génesis, sin cuestionarlo como hace el Papa. El hombre, y especialmente Roma, se pasa la vida cuestionando a Dios y dudando de Sus claras aseveraciones, hombres como el Papa de Roma, el Padre Struik y el obispo Álvarez, entre otros, realmente no creen en la Palabra, piensan que la Palabra ha de ser sometida ante sus intelectos. Pero este servidor, que es un portavoz de la Palabra, les dice: “Ignorantes, no saben que una de estas noches vienen a buscar vuestras almas”; son hombres de estos días, como declara Pablo en el libro de Segunda de Timoteo, capítulo 3 y versículos del 1 al 5; veamos: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos […] que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.”
Quiero, en una base bíblica, demostrar al público lector que el libro del Génesis no es un cuento alegórico como dice Roma. Los otros días escuché al Padre Alberto (un “bonitillo” de la televisión, que dis que es representante de Dios, pero que nunca utiliza la Palabra) decir de forma despectiva que el Génesis es un cuento. ¡Vaya con tal cuento alegórico!
Como hemos dicho anteriormente, repetimos ahora: Dios es el Padre de la estética. Note mi querido y sencillo amigo lector, Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó…” (Génesis 1:27). Es, pues, evidente y obvio que Dios no creó primates, sino que creó gente estéticamente bella. Note como dice el libro de Génesis en el capítulo 6: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas” (Génesis 6:1-2). Nótese cómo los hijos de Dios o ángeles de Dios (ángeles caídos) vieron que las hijas de los hombres eran hermosas. ¿Cómo es posible, entonces, que cuando se menciona al hombre como el producto de la evolución del primate se esté connotando con esa palabra un cuasimono? En realidad están tan ciegos que no pueden entender el señalamiento bíblico. Realmente es todo lo contrario a lo que ordinariamente se cree. Cuando Dios creó al hombre y terminó Su obra creacionista Su conclusión fue: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera…” (Génesis 1:31).
Pensando evolutivamente se dice que el hombre viene del primate; que evolucionó favorablemente en términos estéticos o de belleza. La realidad es que lo contrario es lo correcto; que la pareja edénica salió estéticamente bella de la mano de Dios y es el pecado lo que ha llevado al hombre a descender y alcanzar una condición parecida a la de los primates, porque ¡qué mucho hombre feo existe! La humanidad va en deterioro, indudablemente. Para los que llegaron a escuchar la orquesta de Pepito Torres que operó en Puerto Rico como la Orquesta Siboney, se acordarán que a su cantante de música movida le decían “Cuadritos”. Este simpático cantante decía en una de sus canciones movidas: “Que se mueran los feos, que se mueran, que se mueran. Ay que se mueran, que se mueran, que se mueran. Sandonga ¡qué feo soy!” Si “Cuadritos” estuviera cantando, con tantos feos que han resurgido (porque cuidado que la sociedad está fea en todos los aspectos: estético, moral, espiritual y físico), ¿qué no diría?
Siguiendo con nuestro señalamiento de que jamás se puede decir que Génesis es de naturaleza alegórica, sino que más bien hay que por obligación entenderlo como un libro literal y no como uno de carácter alegórico, te decimos lo siguiente: Pablo para enseñar sus doctrinas citaba literalmente el libro de Génesis (nunca como si este fuese alegórico). ¿Cómo es posible, entonces, que eso pueda entenderse alegóricamente? ¿Cómo podría una persona sensata concluir con esa aseveración cuando Génesis 1 dice: “Y fue la tarde y la mañana un día”, de una forma tan real, correcta y literal? Yo les pregunto a ustedes, “sapientes” de este mundo: ¿Alegórico a qué?, si evidentemente es una alegación en sí mismo. ¿Cuántas veces se cita en el Nuevo Testamento el Génesis como un libro literal? Multitud de veces; aun el mismo Cristo citó a Génesis (véase Mateo 19:4-5). Note este versículo: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11:3). Es indiscutible que Pablo ve el libro de Génesis de un modo literal porque parte de los asuntos ahí señalados para fundamentar sus enseñanzas. ¿Cómo viene el Clero romano ahora a creerse superior a Pablo, y con una desfachatez extraordinaria pensar que la Palabra debe sometérseles caprichosamente y no ellos someterse a la Palabra?
Definitivamente el romanismo no cree en la Palabra de Dios. Es una evidencia más de que siempre han defendido este mundo porque sus anhelos son seglares y su línea de pensamiento es científica. Ahora viene el Clero romano a decir que “es la Evolución más la Creación”, para luego decir “es la Evolución sola”; pero yo les digo en el nombre de Dios, mi Padre: Es la Creación y punto, y ustedes están bajo maldición divina. Ese sofisma que pretenden intercalar en la sociedad trae grandes implicaciones, pero a mí no me la pueden vender. Para los sencillos y humildes de corazón vaya esta consideración: Entiende que el diablo está como león rugiente buscando a quién devorar. Ya lo dijo mi hermano hace tiempo: “…Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? Cuídate de estos detractores de la verdad, pues es un ardid muy propio de este tiempo, puesto que el fin ha llegado.
Querido lector, la Biblia enseña de una manera categórica que el hombre se salva por la fe y no por la vista; la fe es el elemento que echa mano de la histórica salvación que Dios te dio. La ciencia es un camino muy inseguro, pues es extraordinariamente cambiante y es fundamentada en el conocimiento humano. No te permitas el lujo de ser confundido, Dios es el Padre de la ciencia y también de la fe, y es Dios por medio del apóstol Pablo quien te dice:“porque por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7). Amigo lector, precisamente el consejo amplio que nos da el apóstol de los gentiles es clarísimo a la luz de Efesios 6. Nota la importancia de la fe: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:10-16).
Note el amigo lector que nuestro deber como cristianos y hombres de fe es fortalecernos en el Señor y en el poder de Su fuerza, no en el conocimiento científico. Es obvio que nuestra protección consiste en revestirnos con la armadura de Dios para que obtengamos el poder del triunfo sobre el científico diablo. Nuestra lucha no es contra los hombres, sino que es contra potestades (entiéndase poderes) mucho más capaces que el hombre. Por consiguiente, debemos depender de toda palabra que sale de la boca de Jehová que es el Fuerte, el que venció y vencerá. Por consiguiente, el claro consejo es: “Hasta que todo esto acabe debéis depender de Dios y asiros fuertemente a Su orientación”.
Óyeme Papa, en los versículos que anteceden se dice que debemos tomar la fe que es un escudo, y un escudo se utiliza para apagar los dardos de fuego que esa potestad nos lanza. No seas indiferente a la Palabra porque tú, los tuyos y miles de personas se perderán al obviar la Palabra y asirse, ilógicamente, al consejo científico. No hay duda, ustedes sirven al diablo y sutilmente se oponen a Dios. Yo he sido enviado por mi Padre celestial para seguir descubriéndolos, y de ese modo traer luz a los que creen y habrán de prevalecer en Cristo. Ustedes tampoco tienen lucha contra carne y sangre, sino que han osado enfrentar al Todopoderoso, y a su tiempo recibirán vuestro castigo.
En la revista Año Cero XI leemos en las páginas 56 y 57; y dice así: “De poco sirve que teólogos y obispos, tanto católicos como protestantes, prediquen que no hay conflicto radical entre la ciencia y la fe cristiana. Juan Pablo II afirmó en octubre de1996 la validez científica de la teoría de la evolución, en un discurso a la Academia Pontificia de Ciencias. Ya en 1981 había dicho que el propósito de la Biblia no es enseñar sobre la astronomía y el origen del Universo, sino cómo llegar al cielo.” Vayan nuestras palabras para todos los científicos y dis que teólogos, de parte de Dios y por medio de este servidor, un estudioso bíblico y teólogo del “Escatón” (fin), catedrático del fin de los tiempos. Mi propósito es declarar la posición de Dios, no la de los hombres. A los científicos de Año Cero les digo que sí hay un grave conflicto entre ambos grupos. A los teólogos les señalo que han perdido el camino y la visión de Dios, totalmente. La fe es un principio enseñado por Dios. Oye Juan Pablo II, aunque la Biblia no es un libro de astronomía y ciencia, sino como tú bien dices, de salvación, la fe no puede ser apartada de la salvación. Y es necesaria la historia de la creación y la caída del hombre, a los fines de que pueda entender esa salvación revelada.
Hablar de salvación es hablar de fe y no de vista. La vista está representada por la ciencia, porque entendemos claramente que la ciencia es aquello que se ve, aunque sea bajo el microscopio; mientras la fe es aquello que no se ve, pero que Dios pronuncia. Dice la Escritura, en la que tú no crees, Juan Pablo, que sin fe (y la fe es algo que viene muy a parte de la ciencia) es imposible agradar a Dios. De modo, pues, que Dios no puede ser agradado por una combinación de ciencia y fe, sino por una fe sólida que generó Él mismo por medio de Su palabra redactada en ese libro Sagrado, donde se nos dice: “…la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Es una lástima que no se haya podido comprender aún por los teólogos del mundo la obvia y evidente realidad de que ciencia equivale a vista, y como “por fe andamos, no por vista”, como dice el gran apóstol, no podemos a estas alturas amalgamar fe y ciencia, pues eso es el equivalente de estar con Dios y con el diablo. Aprendan porque no les voy a durar toda la vida.
El hombre cayó por la vista. Noten las palabras del Génesis: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3:6). Qué bien interpretó Pablo cuando dijo a los corintios: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11:3). Note la simpleza de la Palabra, amigo lector; el hombre cayó por la vista que es el equivalente de ciencia, pues esta (la ciencia) apela a los sentidos, mientras que la salvación se obtiene sin ver, sólo por la fe o por creer a Dios. Dios nos dice en Su Palabra que hemos sido salvados por la fe en Cristo cuando se nos señala en Efesios capítulo 2, versículo 8: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” De manera, pues, hermano lector, que la fe sí es un principio enseñado por Dios para la salvación, y ahora viene Juan Pablo II a decirte que están desligados los propósitos de Dios por la fe, al señalar que la Biblia no es un libro de astrología ni ciencia, como si pudiera tapar el cielo con la mano y de ese modo confundirte y llevarte la idea de que Dios se agrada cuando la humanidad puede descubrir que ciencia y fe pueden ir juntos. Yo te digo ahora que esa aseveración del Papa y ese estilo, muy vinculado al mundo y a la incredulidad, pretenden apartarte de la fe sencilla, humilde y exitosa que vence al mundo y que una vez, como dice Judas, fue dada a los santos. Ahora el Papa de Roma pretende arrebatártela y decirte: No estamos en controversia, podemos creer en ambas, en la fe y en la ciencia. Pero… ¿es esa la fe que te aconsejó Judas? ¡Jamás! Este parco apóstol del Señor te dice: Contiende ardientemente por la fe que Dios te ha dado y no permitas jamás que te la vengan a arrebatar.
Es obviamente el Papa un ambiguo y servidor del señor Lucifer. Mucho ojo ante la visión del sistema romano y en específico del mal llamado “Pontífice”, pues hay un sólo Pontífice: Jesucristo, el santo de Israel; y aunque los científicos no lo quieran admitir, Cristo sí enseñó la creación y la enseñó como el fundamento del origen de la vida. Así lo creía el apóstol Pablo cuando dice en Romanos: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20). Nótese cómo finalmente la creación misma es la mejor evidencia de Su poder; poder este que es evidente por la bellísima y perfecta creación, no por complejas leyes científicas y por fatulos descubrimientos de la ciencia. Os recuerdo que Satanás es manipulador de la ciencia, mientras que podemos ver a Dios en la naturaleza de las cosas por Él mismo creadas: el árbol, la fauna y la flora. Hermano cristiano que me escuchas, Dios te bendiga y ayude a seguir viviendo por la fe, pero jamás por la ciencia y menos sustituyendo la creación por la evolución. El Papa dice: “Evolución sí”; Cristo dice: “Creación”. ¿Cómo puede ser este un representante de Cristo cuando hablan lenguajes tan distintos? ¿Verdad? ¡Dios nos proteja de él!