El Alma es lo que Define Nuestra Personalidad

En el anterior periódico dije:  El hombre podrá duplicar el cuerpo, pero el alma no podrá ser duplicada.  En eso consiste la gran diferencia entre la ingeniería científica y el poder de Dios.  La ingeniería científica nunca podrá llegar a bregar a niveles abstractos y eternos, sólo Dios podrá hacerlo, pues este asunto (la duplicidad de almas) Dios lo ha retenido para Sí y no lo ha compartido ni lo compartirá con los hombres.  La duplicación del cuerpo sí ha sido revelada por Dios por medio de la creación de gemelos, pero nunca Dios ha revelado la duplicación del alma; y en eso consiste el regalo de la vida amortal con que Dios nos quiere obsequiar por medio de la fe.

No vale la pena duplicar un cuerpo en términos de idéntica proyección física si no existe la proyección del alma, que es aquello que nos da consciencia de la existencia en calidad de individuos.  ¿Qué importa que mi cuerpo pueda estar proyectado en otro cuerpo de idéntico parecido físico si no voy a saber que era yo?  Eso sería equivalente a crear otro ser, como dicen los que favorecen la reencarnación.  Algunos que respaldan la creencia de la reencarnación dicen que ellos dis que fueron a un sitio y se dieron cuenta que habían estado ahí antes; ¿y eso qué?  Para que haya consciencia de haber existido cien años atrás o quinientos se necesita que seamos los mismos.  Esos destellos de recuerdos son más bien conjeturas que nuestra alma recibe de los parecidos, pero no constituyen una realidad histórica.  Es necesario, queridos amigos, hacer la diferencia entre lo que nos parece ser y lo que somos, puesto que no todo lo que parece es.  El autoreconocimiento futuro es muy necesario a los fines de poder declarar que tenemos una historia personal única y exclusiva; en eso consiste precisamente la semejanza con Dios, porque hemos sido hechos a Su imagen y semejanza.  Dice la Palabra:  “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8),  “…en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (St. 1:17).

Al apóstol Pablo se le reveló con gran beneplácito lo siguiente:  “…Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch. 16:31).  Si fuéramos a establecer el significado de esa aseveración, este servidor de ustedes, Luiko de Jesús, les dice:  Cree, y tú y tus cosas serán retenidas en la nueva vida que vas a disfrutar.  Hubiese sido triste que se le dijera:  tú y tus cosas van a quedar atrás; él (Pablo) no quería eso, sino que quería retenerlas, como queremos todos; en eso consiste la felicidad, en estar conscientes de que somos personas que fueron por Dios preservadas.

Un ser indefinido y sin personalidad no es ni puede ser un ente hecho a imagen y semejanza de nuestro Creador.  Para ser seres hechos a imagen y semejanza del Creador hemos de tener una definición particular y a nivel de consciencia.  Por consiguiente, a la luz de la lógica y de la Palabra Escrita, la reencarnación es un disparate; y la eliminación del alma, como hacen los raelianos, es el equivalente de despersonalizar a un individuo.  Decir que los individuos no tienen alma es pretender que perdamos nuestra individualidad, y al igual que se hace en el comunismo, que formemos parte de un todo que se pierde entre las inmensidades multitudinarias.  Pero qué bello es el regalo de Dios al hombre cuando le dice:  “…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10); y dice, además:  “y nos hizo reyes y sacerdotes…” (Ap. 1:6).  Pero claro, hay un conocido axioma popular que reza así:  “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”; por eso es que Raël, al no poder bregar con el aspecto en torno al intangible que llamamos alma, la elimina y dice:  “El alma no existe.”  ¡Qué mamey Raëlito!  Fíjate que la Escritura dice:  “Dios es uno”, pero no vas a comentar en torno a eso, simplemente vas a decir lo que ya has dicho, que el contenido de la Escritura, en la cual tú no crees, es pura charlatanería.  Es esa aseveración tuya la más extraordinaria de todas las charlatanerías que han salido en el mundo, pues es la Sagrada Palabra, la Biblia, el libro más articulado y armónico que jamás se ha escrito.  Una de las cosas más maravillosas y armónicas que nos enseña la Palabra de Dios es el equilibrio, armonía y compatibilidad de la teología salvífica que aparece en el contenido de ese extraordinario libro que es la Biblia.

En palabras sencillas y escuetas, los que hemos comprendido el Evangelio —que es el mensaje central de la Palabra revelada y, a su vez, el método salvífico que Dios utiliza para alcanzar ese objetivo principal (la salvación)— lo reconocemos como el elemento más importante que el hombre debe aprender.  Dijo el apóstol Pablo:  “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado [otro principio salvífico], sea anatema” [esto es, no se reconozca] (Gá. 1:8).  Si eso es así, que me explique Raël por qué los Elohim no lo predican.

El Evangelio, dice Lucas 16:16, que ha venido siendo predicado desde el Génesis, y lo será hasta el fin de los tiempos (Ap.14:6).  ¿Por qué si Raël proviene de Dios, no predica el Evangelio, que es lo que ha dicho Dios que debemos predicar?; ni siquiera lo toca de cerca, poniéndose así en evidencia como un ilegítimo mensajero.  Así que Raël, quédate con los ángeles caídos que te han vendido la idea de que son los creadores.  Recuerda que Satanás siempre ha querido crear vida y lo que ha logrado es crear los muñecos feos esos que son como sus perritos para jugar al creador.  Están todos advertidos en nombre de Dios, por medio de este servidor, Luiko de Jesús, quien es el segundo testigo profetizado en Zacarías 4:14;  Isaías 11:11-12;  66:18-19;  Apocalipsis 11; 14:17;  18:1-4, y quien tiene la cátedra final para reunir al pueblo de Dios en este fin de siglo.  Que así sea.