
Continuamos con la serie de estudios en torno a mi Vindicación, y lo estamos haciendo por órdenes del Señor Jesús.
En este estudio vamos a dar continuación al tema que iniciamos en el estudio anterior referente al poder de Dios; poder realizador, poder innegable, reconocido por todas las Iglesias, para hacer aquello que Él necesite hacer en favor de Su verdad. A eso le llamamos poder realizador de Dios.
A los fines de que nadie pueda cuestionar si mi Vindicación es o no factible, entienda que si Dios lo puede hacer todo, si pudo resucitar, pues cuánto más no puede vindicar, esto es, dar unos atributos o arreglar lo que el pecado daña: la facultad y la proyección estética.
En el estudio anterior también mencionamos que mi Vindicación es una señal, como Jonás fue una señal que estuvo tres días en el vientre de un pez. Jonás constituyó una señal previa a la legítima señal, a la realidad que fue el Calvario. El Hijo del Hombre (Jesús) estuvo tres días en el corazón de la tierra. Y como ya les mencioné, este servidor de ustedes, por declaración divina, será constituido en una figura posterior al Calvario. Lo que se pretende con este asunto es llamar la atención a la parte más fundamental que la Escritura nos narra, es decir, la historia de Cristo y Su crucifixión, porque ese es el fundamento del cristianismo. El vivir, el morir y el resucitar de Cristo, nuestro Señor, es la piedra angular, el fundamento de todo el andamiaje teológico que la Escritura nos enseña. Lo que sucederá conmigo será una especie de conmemoración, por este medio que el Señor ha seleccionado, y no el hombre.
Las Primicias en La Escritura
Después de haber establecido mi Vindicación como una señal escatológica, vamos a considerar dos cosas; en primer lugar vamos a ver lo que constituyen las primicias en la Escritura. Porque la Escritura en 1 de Corintios 15, el versículo 20 tiene una aseveración muy interesante al respecto. Dice el versículo 20:
“Mas ahora Cristo ha resucitado de los
muertos; primicias de los que durmieron es hecho”
(1 Corintios 15:20)
Nota, Cristo ha sido hecho “primicia de los que durmieron”. El vocablo primicia habla de primero, habla cualitativamente de un rango alto. La Escritura habla de Cristo como la primicia, ese título se le da a Él preeminentemente. Cristo es el primero en jerarquía, el Principal de los príncipes, pero no es el único. Cristo constituye las primicias del propósito de Dios. El propósito de Dios es hacernos resurgir a la vida, a la resurrección que es la piedra angular de la fe cristiana. Él constituye las primicias. Los primeros frutos, como dice Éxodo, son manifestados con la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Dos Realidades
El punto que quiero enfatizar ahora es un punto intermedio en torno a dos realidades. Las dos realidades que yo quiero comunicar a ustedes son las siguientes:
a- Realmente, los muertos nada saben, los muertos duermen, eso es cierto, los muertos nada saben, y yo estoy enteramente de acuerdo con que eso es así.
b- Pero esa gran verdad no elimina los específicos privilegios que Dios ha dado a algunos hombres que no van a ver muerte.
Cristo todo lo proyecta a través de su gente. Y en la Escritura se dice en Hechos capítulo 2, refiriéndose a Cristo, “no dejarás que tu Santo vea corrupción” (Hechos 2:27). Por consiguiente, Cristo hace partícipe de eso mismo a un sinnúmero de gente. Usted puede ver un ejemplo en Mateo 22 de cómo la Escritura es preclara cuando hablando de cierta gente —que para los efectos de esta enseñanza constituyen también primicias— los alude como vivos. En Mateo 22, y específicamente el versículo 32 dice:
de Jacob, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”
(Mateo 22:32)
Él no dice “Yo seré el Dios de Abraham”, dice “Yo soy”, ahora, en presente continuo. Yo soy el Dios de Abraham, de Jacob y de Isaac. Dios lo que está diciendo es que “estos que son mis súbditos están vivos, son primicias de los que durmieron”.
Hay tantas evidencias de primicias: Moisés es una primicia, su cuerpo nunca más fue hallado, y Moisés murió. Moisés fue una primicia, previa a la primicia que es Cristo, o a las primicias que están constituidas por Cristo como el preeminente Hijo de Dios y el de más alta jerarquía, el que da el fundamento para la resurrección de todos los hombres.
Resurrección Común y Resurrección Parcial
Cuando vamos a la Escritura podemos entender claramente el proceso de la resurrección. Hay una resurrección común. Pablo nos habla en Primera de Tesalonicenses capítulo 4 de esa resurrección ordinaria y común. Pero ustedes tienen que estar de acuerdo conmigo en que ha habido resurrecciones parciales y que constituyen primicias. Lo que yo quiero enfáticamente señalar es que hay primicias, hay hombres que se les ha adelantado la gran bendición de la vida eterna: la resurrección de entre los muertos; eso nadie lo puede dudar.
Porque es menester decir que los muertos nada saben, pero noten el versículo cómo dice: los muertos (Eclesiastés 9:5). No está hablando de los que no están muertos. Los que están vivos, pues esos sí saben, esos han sido constituidos ya en entes similares a los ángeles, que todo lo ven, todo lo saben ya que tienen acceso a estar en presencia de los acontecimientos. No es que sean omnipresentes ni omnisapientes, como lo es el Señor Jehová de los Ejércitos, pero sí todo lo ven, todo lo saben si son autorizados a viajar.
De manera que estamos ante una gran verdad que pocos han descubierto. La Voz de la Reforma (ahora La Voz del Tercer Ángel) y este servidor se caracterizan porque realmente nosotros hemos redescubierto tantas cosas en la Escritura que estaban ahí dormidas. Sin embargo, han sido traídas a la luz por este servidor de ustedes. Lo saben todos los que me conocen. Claro; una cosa es que lo sepan y otra cosa es que lo admitan.
Yo les estoy presentando enfáticamente la doctrina en torno a las primicias, definiendo por primicias aquellos a quienes se les ha adelantado la participación en el Nuevo Reino; es una verdad irrebatible.
Orden de Resurrección y Primicias en 1 de Corintios 15
Esta primera parte la resumiremos haciendo un análisis. Leamos Primera de Corintios 15 en el contexto completo para que el lector entienda que en estos versículos bíblicos se está hablando del orden en que van todos a resucitar; Primera de Corintios 15, el versículo 20, dice:
“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que
durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre,
también por un hombre la resurrección de los muertos”
(1 Corintios 15:20-21)
Aquí se expone la representación de Adán, quien con su muerte hizo que todos los hombres hubiésemos de morir. Sin embargo, lo contrario ocurre en Cristo: En Cristo todos vamos a ser vivificados, o restaurados, resucitados por causa de la resurrección de Cristo. La representación es sinónimo de Evangelio, uno actuando en lugar de muchos.
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”
(1 Corintios 15:22)
Adán actuó en lugar de muchos, de su descendencia y fracasó; Cristo vino y actuó en lugar de muchos en su gesta (su peregrinaje terráqueo), triunfó, y el triunfo nos corresponde a nosotros. Por causa de Cristo todos seremos vivificados. Pero noten ese versículo clave, que les lleva al punto que yo quiero enfáticamente que ustedes reconozcan, el versículo clave es el próximo:
“Pero cada uno en su debido orden…”
(1 Corintios 15:23)
¡Ah! Seremos vivificados, pero cada uno en su debido orden. ¡Qué claro! ¿Verdad? Terminemos de leer Primera de Corintios 15, versículo 23:
“Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las
primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”
(1 Corintios 15:23)
Más claro no se puede hablar: “cada uno en su debido orden”: El tema ahí contextualmente es el orden de la resurrección, el orden del otorgamiento de esa vida eterna: primero Cristo, luego las primicias en segundo orden, y después los que son de Cristo en su Venida.
De manera que hay una resurrección general donde todos los creyentes van a resurgir. Sin embargo, esa gran verdad no niega la otra verdad de que hay unos hombres que se les ha adelantado la resurrección, y que ahí se les llama las primicias: Cristo, el primero de todos (el primero y el de más alta jerarquía); las primicias en segundo lugar (el grupo de privilegiados que llamamos las primicias después de la resurrección de Cristo); y en tercer lugar la resurrección general, “los que son de Cristo” (el común del pueblo amplio y grande, numéricamente hablando, en la Venida de Cristo serán resucitados; mientras tanto descansan).
Pero habemos personas que no vamos a descansar en el corazón de la tierra porque simplemente Cristo nos ha denominado como posicionalmente pertenecientes a Su séquito. No vamos a prevalecer en estado de sueño o de muerte.
Privilegios que Dios da a los Hombres
Hay otras cosas que se pueden inferir de todo esto, y que son claras como la luz del sol, de las cuales vamos a hacer un comentario:
La Venida de Cristo es algo que ha sido planificado por años de años, no es algo desordenado, es algo muy ordenado. Cuando Cristo descienda, desciende con sus ángeles en luz y con sus primicias para que cada cual haga su parte en esa Segunda Venida. Es algo planificado, es el recogimiento total de la Iglesia. Y los hombres que Cristo colocó en una gestión de carácter trascendente como los doce apóstoles, por ejemplo, harán su parte en esa Segunda Venida, como participarán también del Reino. ¿O acaso Cristo no les dijo: “os sentaréis en doce tronos para que juzguéis a las tribus de Israel? (Mateo 19:28) ¿Verdad que sí lo dijo?
Por consiguiente, hay privilegios que Dios da a los hombres, eso es claro bíblicamente hablando. ¿Recuerdas cuando la madre de Juan y de Santiago le dice a Cristo: Haz que éste se siente a tu izquierda, y éste a tu derecha? (Mateo 20:21) Cristo no dijo que esas posiciones de privilegio no existían, Cristo simplemente dijo que eso le corresponde al Padre determinarlo; pero implicó que sí existían las posiciones y que el Señor lo iba a determinar así.
Los 144,000 Privilegiados de Apocalipsis 14
Vamos a los primeros cuatro versículos de Apocalipsis 14, para ver lo que se habla en torno al grupo de privilegiados del Señor. Dice:
“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero”
(Apocalipsis 14:1-4)
¡Qué claro, verdad! Es muy sencillo de entender. Los 144,000 no son un número exacto, son un número idóneo, un “squarenumber”. No se puede decir que son 144,000 persé. Esos son redimidos de entre la tierra, son hombres igual que cualquiera otro, pero que han sido constituidos como primicias, tienen unos privilegios. Solo ellos pueden aprender el cántico, tienen un privilegio. Y así es el orden, cuando uno habla de orden habla de niveles posicionales, y no hay duda que el Nuevo Siglo estará fundamentado en esos niveles posicionales.
Por eso es que la Escritura tan enfáticamente enseña que nadie se tenga en mayor estima de la que Dios le ha puesto. ¿Tú eres perito arquitecto como Pablo? Si tú no lo eres, no pretendas serlo… Eso le correspondía a Pablo como apóstol y como teólogo. No te corresponde a ti señalar que tú eres como Pablo. Hay que reconocer lo que somos, y para qué hemos sido puestos, porque eso se llama orden; Satanás por no reconocerlo se perdió, porque Cristo era La Primicia, Cristo era El Primero, Cristo era el Principal de los Príncipes; y Satanás quiso ser igual a Él y se hundió en el terreno pantanoso de la muerte eterna.
Hemos concluido esta parte. Es necesario que tú entiendas que existen primicias, y es necesario que veas que como existen, yo no estoy loco cuando digo que fui constituido en una postfigura de Cristo, palabras textuales del Maestro. Continuamente he expresado que yo no estoy pidiendo prosélitos que me sigan, estoy pidiendo personas que quieran ser testigos oculares. Y el llamado al pueblo es: Está pendiente de esta realidad porque se va a dar; para que cuando se dé tú puedas entender entonces que la oratoria, la homilética que traigo después de mi Vindicación es legítima, proviene del cielo, y es el último clamor de Dios a un mundo en caos, a un mundo que está por finalizar.
Y es un privilegio, que yo haya sido llamado, siendo un puertorriqueño, específicamente del pueblo de Hatillo, que es un pueblo que no tiene tanta relevancia en Puerto Rico (que a su vez es un país que no es muy grande ni muy atractivo en términos de su riqueza). De manera que si Jesús salió de Belén de Judea, de Nazaret, ¿pues qué raro tiene que un hombre que sale de Hatillo sea llamado a una obra de esta naturaleza? Debe ser un privilegio para Puerto Rico que en su Escudo lo anuncie, porque el Escudo de Puerto Rico es el Apocalipsis con sus siete sellos y un Cordero sentado sobre el Apocalipsis con la inscripción Juan es su nombre. Anteriormente mencioné que Juan no es un nombre, es más bien la esencia de un profetismo, igual que Elías constituye la esencia de un profetismo. Por consiguiente, alégrense ustedes y oren al Padre en lugar de criticarme para que esto se dé y puedan ustedes tener una segura ancla a la hora de promulgar el último mensaje de Dios al mundo. Que así los ayude Dios.
Noten, antes de proseguir: Ya hemos mencionado el poder realizador de Dios para hacer lo que quiere, ahora les he establecido el grupo de primicias de hombres que van a ser restaurados antes de tiempo. Porque usted tiene que aceptar que muchos han sido restaurados antes que yo: Elías, Enoc, Moisés. La diferencia entre esos y yo es que yo voy a ser restaurado para regresar a predicar, a predicar el último mensaje del Señor.
¿Qué es un Ángel?
En esta última parte vamos a hablar un poco del concepto del vocablo ángel en la Escritura. ¿Qué es un ángel? Ustedes recordarán que Cristo dijo que nosotros (los hombres) en la resurrección seríamos igual a los ángeles (Mateo 22:30). Realmente no hay diferencia entre un hombre y un ángel, no la hay. Simplemente la diferencia mayor estriba en que la facultad de un hombre es menor que la facultad de un ángel por cuanto el pecado ha deteriorado al hombre. Pero en términos de forma, de morfología, realmente somos iguales.
La tradición se ha encargado de desviarnos de la verdad bíblica, y se habla de ángeles con alas como si las alas sirvieran para algo. Tira un ave al espacio sideral, y dale toda la resistencia posible para que tú veas cómo se pierde en la nada. Las alas no sirven para nada, eso ustedes lo saben. Y, sin embargo, la tradición nos ha enseñado que los ángeles tienen alas y que vuelan con esas alas, cuando eso no tiene fundamento bíblico alguno. La Escritura es tan clara cuando dice que los ángeles son varones: “Aquel varón Gabriel” (Daniel 9:21), dice Daniel; no habla de alas.
Pablo nos dice en Hebreos 13:“Seguid el amor y hospedaos unos a los otros” porque de ese modo muchos hospedaron ángeles sin saberlo, veamos:
“Permanezca el amor fraternal. No os olvidéis de la hospitalidad,
porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”
(Hebreos 13:1-2)
No hay lugar a dudas. ¿Por qué no sabían que eran ángeles?, porque eran igual que ellos. Los que entraron a Sodoma y Gomorra eran ángeles con unas proyecciones estéticas increíbles, tanto que se enamoraron de ellos los sodomitas que estaban pervertidos a la nonplusultra, y estaban que preferían los varones a las hembras, en sus relaciones.
La Tradición versus La Revelación
Es importante que si tú has sido engañado en virtud de tanto engaño surgido de la tradición filosófica helenística, griega, romana, salgas de esos engaños. La Voz del Tercer Ángel está vindicando la verdad rigiéndose por la Escritura que es la única fuente de información fidedigna, porque la tradición puede ser útil, pero siempre y cuando no se oponga a los principios Escriturales. Pero cuando la tradición se quiere imponer sobre lo bíblico, eso significa que hay interposición de valores y que se está escuchando la voz del hombre antes que la voz de Dios. Por consiguiente, tú deja los valores donde Cristo los ha puesto y las verdades fundamentales apréndelas de la Escritura. Porque si Dios no se le revela al hombre, el hombre nunca puede conocer a Dios.
De manera que lo importante aquí es la revelación, no es la religión, no es un hombre buscando a Dios y atando conceptos, es Dios revelándosele al hombre y determinando los conceptos bíblicos verdaderos. Por eso es que Roma está en caos, porque el romanismo es pura tradición y la tradición nunca es segura. Se ha probado científicamente que tú das una noticia a una persona y éste la transmite a nueve más, en total diez, cuando llega al número diez está deforme. De manera que tú tienes que tener como fundamento de tu fe algo objetivo, preciso, claro, como lo es la Palabra Escrita. La Palabra Escrita es la que te dice que los ángeles son varones, no son entes alados. Las alas tienen un símbolo en la Escritura, no es el de otorgarle capacidad volátil a los hombres, capacidad para el vuelo, eso no sirve ni científicamente, ni bíblicamente es factible.
Ángel, Un Hombre Comisionado
¿Qué es un ángel realmente? Un hombre similar a ti y a mí; más facultado, con mayor estatura, con mayor belleza estética, con una visión increíble, una audición increíble también y una facultad para hacer las cosas que ningún hombre puede hacer, una movilidad también increíble. Sin embargo, en la Biblia también se habla de ángeles cuando se va a hablar de predicación, se le denomina ángel a un mensajero. Es bueno que entiendas que en estos casos se está hablando de hombres (hombres comisionados) y no de entes que provienen del cielo.
Es necesario que te preguntes: ¿A quién Dios ordenó el evangelismo, a los ángeles o a los hombres? Fácilmente puedes ver en la Escritura que Dios comisionó a la Iglesia para que predicara el Evangelio, y no a los ángeles. A la iglesia les dijo: Id y predicad el evangelio a toda criatura, a toda nación, tribu, lengua y pueblo (Marcos 16:15), a nivel universal. Y es necesario que también recuerdes que la salvación es por la fe, y esto es contrario a salvación por la vista. Es obvio que si tú ves un ángel celeste vas a creer; eso quién lo puede dudar. Por ejemplo: No hay un solo hombre que se atreva discutir que la bombilla genera claridad, ¿quién se atreve a discutir eso? Por estrecho mental que sea cuando ve que la bombilla prende y que puede ver mejor a través de sus ojos, te dice “la bombilla ilumina”; porque lo vio. Pero en términos de fe o en términos de creer lo que Dios dice, no puede ser por la vista. Si tú vieses un ángel alado volando, como lo pinta la tradición, por el medio del cielo cercano, diciéndote: ¡Miren! ¡Crean! -¡que ya mismo viene el juicio! Si lo estás viendo vas a creer enseguida, pero la salvación, dice la Escritura enfáticamente, que es por la fe y no por vista: “Por fe vivimos y no por vista”, dice el apóstol Pablo (2 Corintios 5:7).
Por consiguiente, no pienses nunca que los mensajes angélicos que aparecen en el libro de Apocalipsis son traídos por ángeles literales. Estos mensajes son traídos por parte de ángeles que constituyen entes enviados del cielo a predicarte. No olvides que en la Escritura se le llama ángel al hombre que predica. Preclaramente te lo podemos probar, en Apocalipsis 2 dice el versículo 1:
“Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas
en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto”
(Apocalipsis 2:1)
Noten, “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso…”. ¿Crees que acaso en Éfeso había un ángel literal que era el que se tenía que enterar de las cosas antes de que el ministerio se las comunicase? “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso” es lo mismo que decir Escribe al ministerio de la iglesia en Éfeso, al pastor, a los ancianos, a los obispos. Ahí se le está escribiendo al ministerio y se les llama ángel. En Apocalipsis 7 aparece también un ángel (hombre mensajero) que clama desde la Tierra a los ángeles literales (celestes) que están aguantando a los cuatro vientos, pidiéndoles que no sople viento alguno hasta que haya sellado a los creyentes (o hasta que haya predicado, y hayan aceptado, de esa manera sellando a los siervos de Dios en sus frentes).
Los Tres Mensajes Angélicos de Apocalipsis 14
Vamos a considerar Apocalipsis 14. En el capítulo 14 de Apocalipsis hay tres mensajes angélicos, y a tenor con las claras evidencias bíblicas no está hablando de que son tres ángeles que van a venir volando por el medio del cielo para que tú creas por la vista. Son tres movimientos en la historia dirigidos por hombres comisionados:
- El primer movimiento: de la época del fin, época que es considerada de Cristo hacia el presente, lo dirigió el apóstol Pablo (Apocalipsis 14:6). Este fue el ángel, ministerialmente hablando, que enseñó a la iglesia que la salvación es evangélica, predicando el Evangelio Eterno. Y claro está, en el contexto del Evangelio Eterno predicó juicio. Esa es la obra amplia y extraordinaria que Pablo ejecutó.
- Después vino un segundo ángel (Apocalipsis 14:8). Y con esa profecía cumple un señor llamado Martín Lutero que escapó del romanismo que se oponía a la Justicia que es por la fe, por la dependencia en Cristo. En Roma se predica justicia inherente, que cuando el creyente es justo entonces Dios le justifica; pero la Biblia no enseña eso. La Biblia lo que enseña es que cuando tú dependes del Justo, que es Cristo, entonces te justifica la Corte Celestial. Martín fue el que le infligió la herida mortal al romanismo (Apocalipsis 13:3), y es una herida mortal porque esa herida aunque se sana está ahí, y por medio de esa realidad es que se destruirá el romanismo cuando finalmente Dios descubra ante todos que no ha sido un poder establecido por Él.
- Finalmente el tercer ángel (Apocalipsis 14:9) que es el mismo ángel de Apocalipsis 18:1: “Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder, y la tierra fue alumbrada con su gloria”. Vi a un ángel descender del cielo con gran poder o con gran autoridad homilética, y la tierra se benefició de la gloriosa verdad que trae. No es un ángel literal, a tenor con lo que te hemos estado enseñando, es un ser humano vindicado. Es un ser humano que ha sido tomado al cielo y entonces desciende con el último mensaje de proclamación veraz que Dios trae a un mundo que finaliza.
Yo entiendo que las verdades bíblicas son difíciles de creer para el incrédulo, por eso Cristo decía: Tenéis que ser como niños (Mt. 18:3), porque los niños todo lo creen. Los hombres llenos de prejuicios, llenos de conceptos, saturados de grandes falsedades científicas, etc., no quieren creer a Dios. Eso ha sido así durante todas las épocas. El pueblo de Dios es poco y pobre: doce apóstoles tuvo nuestro Señor, doce hombres con oficios ordinarios fueron seleccionados, a esos se les reveló la verdad. Estos no tenían prejuicios como los tenían los del sanedrín judío y los fariseos.
Vez tras vez ocurre lo mismo, aquí está la verdad, quieras tú creerla o no quieras creerla. Yo no voy, bajo un falso concepto de humildad, a negar que ésta es la verdad. Por el contrario, tengo que decir con Pablo: Dios me ha levantado para que sea perito arquitecto en términos de la edificación de la iglesia; eso es lo que soy realmente. Y a ti te digo: Esa obra, ese ángel que desciende subió primero. Cristo me ha dicho, literalmente, con toda claridad, con todo amor:
“Ese ángel eres tú. Yo te traigo acá, te vindico y regresarás a predicar el
último mensaje de advertencia al mundo para que los que van a ser
salvos escuchen de tu boca mis palabras.”
No me dijo el tiempo. Me dijo que mi Vindicación era pronto, pero no me lo dijo en términos del mes que viene o de aquí a dos meses, simplemente tengo que ejecutar una obra, y Él esperará por la ejecución de esa obra, para entonces cuando menos yo lo espere, levantarme. Y al decirte esto, vuelvo y repito, te estoy invitando a que estés pendiente de nosotros; no a que ciegamente nos sigas como prosélito. No necesito que nadie me siga, ya que Dios me ha dotado de todo lo que necesito para esta obra, y me seguirá dotando. Solamente te digo: Estate pendiente, si no crees a mis palabras, puedes entonces creer a los hechos. Pero creas a mis palabras o creas a los hechos podrás salvarte si escuchas la voz de Dios en este fin o cierre de siglo. El mundo termina.
Por consiguiente, “entre tanto y hasta tanto, Dios os cuide en su divino amor”.