El Nombramiento de un Nuevo Papa marcará el comienzo del Fin

Muchos se han reído de la Palabra revelada por Dios, y se han burlado con el estribillo de que siempre se está diciendo que el mundo se va a acabar y no se acaba.  Pero por conocimiento de lo que está ocurriendo y de lo que va a ocurrir, este servidor de ustedes, quien constituye el segundo y último catedrático de la historia, ha sido enviado por Dios para declarar con toda seguridad que el fin ha llegado.  Contemplemos el panorama que tenemos a nuestro alrededor:  ¿No es evidente acaso que el mundo marcha hacia su más grande crisis moral, económica y social?  ¿No podemos ver acaso que el crimen arropa el mundo, que ya muchas plagas han llegado, como el SIDA, el cáncer y otras tantas, representadas por la úlcera maligna que nos anuncia Apocalipsis 16:2?  La capa de ozono se deteriora más, y ya hay lugares donde está prohibido salir a exponerse ante el astro Sol porque la intensidad de su calor y sus rayos provocan cáncer (véase Apocalipsis 16:8-9).  ¿No es acaso cierto que las aguas se contaminan cada día más y más, hasta convertirse en un peligro con resultados mortales para la humanidad? (Apocalipsis 16:3).

Recuerden, también, que la fiebre aftosa promete la destrucción de grandes emporios de ganado, y que la escasez de petróleo es inminente, preparando así el camino para una guerra o conflagración mundial entre oriente y occidente.  Puedo decirte, además, con toda confianza, que el diablo y sus aliados, tales como la Bestia y el Falso Profeta (católicos y pentecostales) están ya programando el Rapto Secreto.  (Los extraterrestre son los ángeles caídos, y son estos los que van a viabilizar el antibíblico concepto del rapto que predica día a día la Iglesia Pentecostal o Falso Profeta de Apocalipsis 13.)

Solía decir mi hermano mayor, Jesús el Cristo:  “…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” refiriéndose a la salvación que habría de labrar y de consumar en el Calvario;  y digo yo ahora:  Yo he venido para que tengan conocimiento, un conocimiento salvífico, y no se den la mano con el diablo.  Realmente se necesita estar bien ciego y entretenido para no ver el caos a nuestro alrededor, pero yo aquí os traigo un señalamiento adicional y preciso de que el fin está a las puertas.

El Papado y el Fin de los Tiempos

En estos días se le está dando mucha publicidad al sucesor de Karol Wojtyla (Juan Pablo II), pues es evidente que muy pronto va a ser sustituido, o bien por su muerte o por su retiro.  Ya en la historia sucedió una vez (el retiro de un Papa), y podría suceder nuevamente ante la condición de avanzada edad y deterioro físico del incumbente, Juan Pablo II.  No podemos ver en este evento algo ordinario, como hemos visto en los años anteriores el nombramiento de otros “sucesores de San Pedro”, por razones muy trascendentes.  En esta ocasión es menester que todos comprendamos la importancia de este evento que conforme al libro de Apocalipsis nos declara el vidente de Patmos en torno al Papado y al fin.  En Apocalipsis 17 se revela el asunto que aquí anunciamos del Papa y el fin de los tiempos.  Es esta una profecía importantísima por la que todos debemos preocuparnos, evaluarla y entenderla a los fines de percibir su importantísima información.  Analicémosla:

(1) “Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome:  Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas.

(2) con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.” (Apocalipsis 17:1-2)

Al leer estos versículos notemos que el ángel pasa inmediatamente a decir de qué se trata el capítulo, al declarar que va a hablar sobre “la ramera que está sentada sobre muchas aguas”; es decir, el ángel explica que va a hablar de la ramera o de Roma, la cual controla millones y millones de habitantes.  Estar sentada sobre muchas aguas implica sobre multitudes de gentes.  Sin lugar a dudas, se continúa diciendo en el versículo 2 que la tierra ha sido contaminada por la ramera, y los reyes o líderes del mundo han sufrido las consecuencias de haberse admirado en pos de la bestia.  No hay duda:  Identidad y efectos negativos de la ramera es lo que hemos leído, no puede existir temor a equívocos.  Continuemos la lectura:

(3) “Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.
(4) Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación.”
 (Apocalipsis 17:3-4)

Nótese que enfáticamente se sigue describiendo a Roma en su aspecto dual de la historia.  Dice y confirma que el Imperio romano se divide en diez reinos, por eso este importantísimo pasaje dice que tiene “siete cabezas y diez cuernos”, paradójicamente, se refiere aquí al Imperio en su doble aspecto.  La bestia simboliza la Roma Imperial que termina dividida en diez reinos, he ahí el porqué de diez cuernos; y las siete cabezas significan el primado fornicario, como se dice en los primeros versículos.  Nótese que el aspecto imperial carga a la mujer que se ha embriagado del vino del furor de la fornicación que le fue dado a beber a la Iglesia Romana.  Por consiguiente, tenemos un panorama claro:  La mujer simboliza toda la iglesia; la bestia que la ha cargado representa el Imperio Romano, quien provocara una transición de lo imperial a lo eclesiástico.  No es que la mujer dirige a la bestia, sino que la bestia conduce a la mujer que está ebria (se llega a estar ebrio cuando se toma bebida embriagante, como el vino que se alude al comienzo del capítulo).  Y una mujer embriagada no tiene control sobre el animal, sino que el animal la dirige como quiere (la Bestia).

En los versículos 3 y 4, sobre todo en el 4, claramente se describe a Roma, que constituye el reino diferente por ser imperial y eclesiástica, conforme lo declara Daniel.  Veamos Daniel 7:7: “Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas  las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos.”  Es obvio que hay reciprocidad y una conexión indisoluble que requirió toda una transición entre la Roma Imperial y la Roma Papal.  La una respalda la otra y la otra respalda a la una.  Continuamos:

(5) “y en su frente un nombre escrito, un misterio:  BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.”
(6) Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro.” (Apocalipsis 17:5-6)

Dice el versículo 5:  un misterio:  BABILONIA LA GRANDE, y yo le pregunto al amigo lector:  ¿Quién es BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA, sino la Roma Papal?  Note el lector que se está hablando del Imperio Papal en su etapa final, para después tener que enfrentar a Cristo.  La expresión:  “La madre de las abominaciones de la tierra” nos está diciendo que se ha constituido en madre  a nivel universal.  La Roma anterior, o de los césares, no fue más allá de su propio imperio, pero ahí se está hablando de universalidad.  Por consiguiente, la transición es evidente.

En esta ocasión Juan menciona la mujer embriagada de la sangre de los santos.  ¿Acaso no está aludiendo claramente a la Inquisición donde tanta sangre fue derramada por Roma ante los santos?  Y también podríamos aplicarlo al pasado, porque el Circo Romano siempre estuvo predispuesto para beber la sangre de los cristianos de aquel entonces.  De manera, que podemos ver el pasado aludido, pero el fin de los tiempos se hace patente al mencionar el aspecto religioso.  Sigamos leyendo:

(7) “Y el ángel me dijo:  ¿Por qué te asombras?  Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos.

(8) La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será.” (Apocalipsis 17:7-8)

Juan se maravilló ante lo que vió, al igual que ocurrió con su antecesor Daniel, quien se enfermó, y el ángel, a manera de estímulo, le dice:  ¿Por qué te maravillas?  Yo te declararé el misterio de la mujer y de la bestia que la trae; y vuelve y describe a la bestia, pero esta vez el énfasis es Papal, no seglar.

Fíjese en esta introducción tan clara:  “la bestia que era y no es”, se refiere una vez más a la aludida transición antes señalada:  Fue la Bestia Imperial, ya no es, ahora es la Bestia Papal.  Véase que es la bestia Papal conforme lo declarado por Juan en Apocalipsis 13:3; veamos:  “Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia.”

Una de sus cabezas (refiriéndose al sistema Papal) fue herida de muerte; la herida que se le inflige a uno de los Papas fue hecha por Lutero y la Reforma cuando se vindicó la verdad en torno al santuario celestial y se declaró por Martín Lutero y los Reformadores lo siguiente:  “Si la gran verdad en torno a la predicación eclesiástica es el Evangelio y Roma se opone a esta, entonces Roma y el Papa constituyen parte del misterio de iniquidad y portavoces del anticristo.”  De ese modo, con la vindicación de la verdad y con la herida de Lutero hacia el Papa de turno, se cumplió la decadencia de la Iglesia Romana, y parecía que habría de dejar de ser.  Sin embargo, la recuperación fue evidente, pues la Roma Papal está ganando nuevamente connotaciones de importancia.  Note el amigo lector qué mucho se habla del Papa y de su sucesor en nuestros días.  Por consiguiente, el versículo 8 a tenor con lo que dice el versículo 3 de Apocalipsis 13 establece que este poder vuelve a ganar importancia y se constituye en la bestia que era, y no es.  Continuemos la lectura:

(9) “Esto, para la mente que tenga sabiduría:  Las siete cabezas son siete montes, sobres los cuales se asienta la mujer,
(10) y son siete reyes.  Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.
(11) La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.”
 (Apocalipsis 17:9-11)

Las siete cabezas marcan la ubicación del sistema Papal.  El Vaticano es la cuidad de los siete montes, pues se asienta sobre siete montes.  También aluden las siete cabezas a la plenitud Papal, de las cuales se dice más adelante que cinco partes han transcurrido ya.  Se nos está declarando que en su gran mayoría ya han quedado atrás en la historia; que uno es (Juan Pablo II), y el otro aún no ha venido; pero pronto llegará, y cuando llegue el próximo Papa, es necesario que dure poco tiempo.  Se dice, además, proféticamente hablando, que es el octavo o el último, pero pertenece a los siete o a la plenitud.  Es obvio, pues, que el octavo marca el fin de la plenitud y ha de considerarse por eso como el octavo para connotar que es el último, pero que no por ser el último deja de pertenecer a esa plenitud, que por fin ya no será más.

Conclusión:

Note, amigo lector, cómo siendo reyes se les llama bestia.  No hay duda que la bestia anunciada en el libro de Daniel es el reino diferente de que nos habla esta profecía, aludiendo así al Imperio romano y específicamente al Papado.  Hemos llegado a la conclusión indubitable de que el séptimo es el último, pertenece a la plenitud, pero hay que definirlo como el octavo para que se pueda concluir que este rey o Papa marca el último, concluye el pleroma, cesando el núcleo en su totalidad.  Por consiguiente, y como se dice en la profecía, “…es necesario que dure un breve tiempo” después de haber surgido.  No hay duda, el próximo Papa es el octavo y marca el fin del sistema Papal, y será el incumbente que esté presente cuando finalmente se cumpla dicha profecía, que deberá cumplirse con el fin del mundo, lo que consideraremos en nuestro próximo artículo.  Continuaremos en la próxima edición con esta interesantísima profecía para el fin de los tiempos.