Impotente Alá ante Yavé

En estos instantes en que escribimos el tercer artículo de esta serie que hemos titulado  Guerra Inminente y Profética, ha finalizado hace unas semanas la guerra entre Estados Unidos e Irak; así lo confirmó George W. Bush en el histórico discurso que sobre el portaaviones Abraham Lincoln difundiera ante los soldados allí reunidos.  Sin lugar a dudas, fue esta una gran victoria para la coalición bélica, integrada por el ejército estadounidense, británico y australiano.  Indudablemente ganó quien Dios quiso que ganara, no empece a la oposición que generó el catolicismo romano, quienes bajo la dirección del Papa, quisieron colocar al Honorable Presidente George W. Bush y al Primer Ministro del Reino Unido, Tony Blair, como los villanos de la película, siendo estos hombres quienes se caracterizan por un sentido claro de dirección justo y democrático.  Simultáneamente, el Papa estableció a Saddam Hussein como el gran político y gobernante avasallado, cuando fue, realmente, un déspota, opresor de su propio pueblo.  Y todos sabemos a nivel de conciencia que en verdad son Bush y Blair a quienes Dios respaldó, y es a Saddam Hussein y sus despóticos métodos a quien Dios humilló y nunca ha respaldado; pero claro, cada cual está de parte de quien quiere y a tenor con sus intereses.

Sin temor a equivocarnos, podríamos decir que esta guerra fue una de carácter religioso.  Y como hemos dicho con anterioridad, fue entre Alá (por parte de los palestinos) y Yavé (por parte de los norteamericanos y cristianos).  Mucho vociferaron Saddam y los palestinos, diciendo:  “Alá los vencerá”; “se va a desatar la madre de las batallas”.  En una ocasión Saddam dijo:  “Si los norteamericanos nos atacan, abrirán las puertas del infierno.”  Pues escucha amigo lector, hay que decirle a Saddam:  ¡Boo!  Cuando Yavé —quien es el verdadero Soberano Dios del universo— decide, no se abre nada.  Cristo es el que abre y ninguno cierra, y el que cierra y ninguno abre (Apocalipsis 3:7).  ¿No puede ver el amigo lector que realmente Alá nada puede contra Yavé, y que sí es evidente que aquel a quien respalda Este (Yavé) es a quien siempre sonríe la victoria?  No se mueve una paja en el universo sin la voluntad de Dios.  ¿Ves cómo una vez más se evidencia el triunfo del binomio integrado por Yavé y Cristo, quienes constituyen los dirigentes legítimos y verdaderos del universo, y no del binomio de Alá y Mahoma?  En un anterior señalamiento sobre este último (Mahoma), dije:  La diferencia entre Cristo y Mahoma es que Cristo está a la diestra de Dios, mientras que Mahoma yace inmóvil y silencioso en su tumba.  Cristo fundó y dirige la nación norteamericana por medio de su Ciro moderno, George W. Bush.  ¿Cómo la ves ahora Papa?  Tú quedaste con los perdedores y yo con los vencedores, ¿ves cómo siempre te llevo a la derrota?  No pegas una; sólo utilizando tu estilo inquisidor y despótico podrías ganarme una.  Estoy seguro de que hubieses deseado la victoria de Saddam, aunque lo niegues bajo la excusa de que quieres evitar guerras entre los hombres.

Eso es algo que tú sabes que es inevitable.  Vamos a ver en los futuros acontecimientos de los próximos meses o años, quién lleva, entre tú y yo, la mejor parte.  Ya estamos en guerra ideológica y profética quieras o no quieras.  Seguiremos en estos asuntos, por lo que te verás obligado; porque si por ti fuera, te convendría no haber entrado en tamaña controversia.  Pero mientras hayan atrevidos como el sacerdotillo Isaías Revilla, escritor del periódico El Visitante, te estarán envolviendo en este tipo de controversia que yo con muchísimo gusto enfrento, demostrando de ese modo lo que te había dicho en un artículo pasado en este periódico Palestra publicado, en la edición de mayo de 2000 y que se tituló El Mea Culpa:  Una Estrategia Papal; y fue lo siguiente, ¿recuerdas?:  “Ustedes tienen un problema de frente; ese problema se llama Luis J. Laborde, profeta del 2000, hermano de Jesús el Cristo, último catedrático de la historia de este mundo e hijo de nuestro Padre, el Santo de Israel.”

Lo que se puede hacer ante un problema de tal magnitud es aplicar la ley del silencio, como hasta ahora han hecho tus sacerdotes.  Yo te enfatizo en este instante mi reto de siempre.  Si ustedes se atreven a discutir algunos puntos bíblicos que Roma ha destrozado a lo largo de la historia, al menos tendría yo que reconocerlos como valientes, pero nunca lo han hecho ni lo harán.  Revilla pretendió hablar unilateralmente cuando dijo:  “No volveré a escribir sobre este personaje a no ser ante fuerza mayor.”  Tengo yo que provocar esa fuerza mayor porque lo que le voy a dar es una “pela” bíblica a él o a cualquiera de ustedes que se atreva a enfrentarme, eso se los garantizo.  Reviviremos así los tiempos en que Lutero contendía con los representantes romanos.

Demostraré que el mal llamado pontífice tiene a todo el mundo engañado promoviendo un falso principio de acercamiento a Dios, y anunciando una paz para este mundo que nunca se alcanzará y que la Biblia niega.  La gran lucha en la que estamos envueltos los bandos en controversia —entiéndase Satanás vs. Cristo— no cesará hasta culminar al fin de los tiempos en un conflicto universal, en el que las huestes del bien, comandadas por Yavé, aniquilarán a las que Luzbel comanda (Apocalipsis 20:9-10).  A partir de ahí nos sobrecogerá la paz y el siglo de bendición que nos ha prometido el Señor en Su Palabra.  Entretanto eso se cumple, el mundo, como siempre, vivirá en una continua controversia ideológica y bélica; veámoslo.  En el libro de Daniel capítulo 9 y versículo 27 (en su parte final), leemos:  “…Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador [Luzbel o Alá], hasta que venga la consumación [la consumación de los tiempos que anteriormente hemos citado], y lo que está determinado se derrame sobre el desolador [fuego consumidor sobre el maligno y sus seguidores].”  Yo no me puedo explicar como usted, señor Papa, obvia una enseñanza tan clara y tan digna de ser escuchada, y el público ignorante de nuestros días lo oye.  Escuche:  Este mundo marcha hacia su autodestrucción inevitablemente.  Lo que se espera, conforme a la Palabra de Dios, son cielos nuevos y tierra nueva; veamos Isaías 65:17:  “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.”  ¡¿Quién no puede entender eso?, si el más simple de los creyentes lo puede entender!  De manera que a nuestra comunidad internacional muy bien podríamos tildarla de ignorante, engañada por un amamantado social, como es usted señor Papa, a quien le creen a tal punto que anteponen sus dichos a la soberana Palabra de Dios.  Gracias a Dios que todavía quedan hombres, como el señor George W. Bush, que creen en la Palabra antes que en usted.  Pudo usted con fanáticos católicos como Vicente Fox, Presidente de México, pero no pudo con el “Ranger mayor” que es George W. Bush ni tampoco con el “regio cadete” Tony Blair, paladines de la justicia.  Es una lástima que estos dos señores no sean gobernadores vitalicios.

Mi consejo a los lectores de Palestra y de nuestra página en Internet es que estén muy pendientes a los señalamientos que en nombre de Dios estamos dando a conocer, pues son fundamentales ante la avalancha confucionista que está lanzando el diablo por medio de sus seguidores, tanto palestinos, como católicos en Occidente y, más aún, por medio de los ángeles caídos que conviven junto a nosotros, quienes se hacen pasar por extraterrestres, como los mal llamados Elohim y el Comando Ashtar.  Los que leen literatura proveniente de estos grupos (extraterrestres angélicos) noten la similitud que existe entre ellos y católicos, pentecostales y musulmanes en términos de lo requerido para la salvación.  Todos hablan de un cambio en la conducta, de una salvación por obras, pero nunca hablan de la salvación propiciada por Cristo.  De manera que son cristianos vs. subjetivistas; los que creen en la objetiva teología en Cristo vs. los que creen en lo que ocurre en ellos; los seguidores de Cristo vs. los seguidores de Alá (Luzbel).  Estén todos muy atentos al desarrollo de la guerra del Armagedón que ya comenzó, será cuestión de poco tiempo.  Debemos prepararnos para lo que viene, pues el que no se prepare, en términos de conocimiento, estará perdido.  En nuestro próximo artículo estaremos cubriendo este asunto tan vital que llamamos guerra final o Armagedón.