La Fe: Único Método para la Salvación

La Escritura nos señala que el único criterio para saber el origen de un espíritu es el Evangelio objetivo e histórico de la salvación en Cristo (1 Juan 4:1-3); y que no hemos de juzgar nada por la vista o la apariencia.

La Iglesia Católica, como hemos dicho, ha hecho creer a todos los hombres la falsedad de que Satanás es un ser con una horrible proyección física, estableciendo, por consiguiente, la equivocada ecuación de que lo feo equivale a malo y diabólico, mientras que lo bello equivale a bueno.  Veamos lo que nos dice el apóstol Pablo a este respecto:  “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.  No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.  Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gá. 1:6-8).  Nota, que para los efectos de Pablo, el que pervierte el Evangelio puede venir proyectado como ángel de luz.  Por consiguiente, estamos interpretando bien al decir que la apariencia no es lo que cuenta, sino el contenido de lo que se dice.  Pero, claro está, la inclinación de los seres humanos es a regirse por los sentidos.

En el libro de Génesis capítulo 3, versículo 6, se nos dice:  “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió…” La mujer se guió por la vista (“Y vio la mujer…”).  Y en Gálatas 3:1 leemos:  “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?” Claramente está diciendo Pablo que la salvación viene por la fe en Jesucristo, no por la vista.  El que se rige, como Eva, por la vista, se pierde.

La fe equivale a creer sin ver, y constituye el único método bíblico aceptado por Dios para la salvación.  La fe es un principio espiritual que echa fuera la vista.  O somos salvos por la fe en lo que Cristo ejecutó en favor nuestro o somos salvos por un cambio visible en nuestra conducta.  La Biblia dice que somos salvos por la justicia absoluta de Cristo y no por las buenas obras que podamos ejecutar como producto de nuestra fe.  Ningún hombre puede alcanzar la justificación o salvación por sus propios méritos, ya que nacemos con naturaleza pecaminosa y morimos con esa misma naturaleza.  Sin embargo, sabemos que Roma enseña que no somos salvos por la fe o por la dependencia en la justicia de Cristo, sino por la vista o por las obras (por el cambio que dis que se ve en el creyente).  Dice la Iglesia Católica Romana que ser justificados es ser hechos justos en nosotros; hablando así en favor del diablo, y no de Dios.  Los católicos han sido tan ciegos que no se han dado cuenta que la fe y la vista se excluyen mutuamente.  En Segunda de Corintios 5:7 leemos:  “porque por fe andamos, no por vista.” Nótese cómo al Pablo excluir la alternativa visual del panorama está dejando únicamente el principio de la fe como método de salvación.  Por consiguiente, es evidente que está excluyendo así las obras del creyente, ya que las obras son las que inducen al hombre al error de autogloriarse.  Dice Efesios 2:8-9:  “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Pablo lo que nos dice es que nos gloriemos en el Señor, quien es el único ser que puede hacerlo (gloriarse); veamos:  “Mas el que se gloría, gloríese en el Señor” (2 Co. 10:17).  Y en Apocalipsis, Juan nos dice: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder…” (Ap. 4:11).  Ese hecho nos es ratificado por el mismo revelador de Patmos cuando nos dice:  “…Temed a Dios, y dadle gloria…” (Ap. 14:7).

La Roma católica con su énfasis en el creyente, en el adorador, ha logrado confundir al mundo, y la generalidad de la gente piensa que los méritos de la salvación personal Dios los coloca en nosotros; pero Pablo siempre ha dicho que los méritos salvíficos que se nos acreditan a nuestro favor están en Cristo y en Este sólo.  La salvación bíblica es gratuita y no por obras.  Así que no hay duda mis amigos lectores, Roma como Iglesia ha sido y sigue siendo una mancha en la historia del cristianismo, y estamos nosotros ahora enderezando los horrores creados por esa filosofía que conocemos con el nombre de catolicismo romano, la cual Daniel considera el poder bestial que se habría de desarrollar en la historia.

Como ya hemos visto, el gran apóstol Pablo hace exclusivo el método de la fe como principio para la salvación de los hombres como lo dice categóricamente en Romanos 3:28:  Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.”