La Controversia del Siglo XVI

Evaluemos básicamente el siglo XVI.  Como hemos señalado, para el siglo XVI surgió la Reforma, provocada por un monje agustiniano llamado Martín Lutero.  Este sencillo y humilde monje —nacido en Eisleben, Alemania, y proveniente de familia de escasos recursos— descubrió que el hombre es salvado por la fe sin las obras de la ley.  Acostumbrado ya a una teología aprendida en los seminarios educativos de la época, que Roma sostenía, cambió su concepción salvífica de un “haz y vivirás” a un “vive para hacer, agradecido de Cristo que pagó por tus pecados”.  Mientras subía la escalinata de la catedral de San Pedro de rodillas, Lutero, quien llevaba una vida de sacrificio conforme le habían enseñado, fue impresionado por el Espíritu Santo por medio de la Palabra, y mientras se pelaba las rodillas ascendiendo, su mente se concienció cuando en ella brilló la luz por el conocido versículo de Romanos 1:17 que dice en su parte final:  “…Mas el justo por la fe vivirá”; señalamiento este que su inspirada mente procesó en un instante y se dijo a sí mismo en su análisis:  De manera, que el versículo dice que el que es justo por creer vivirá eternamente, no dice, el justo por sus obras vivirá, sino, por la dependencia en Cristo vivirá.

Al interpretarlo de ese modo el ex monje agustino se levantó y determinó no hacer un sacrificio más, sino depender de Cristo, su justicia, y vivir para compartir tan extraordinario mensaje de salvación.  Eso es en resumen lo redescubierto por Lutero.  Parece ser que viabilizando su enorme sacrificio se preguntó:  ¿Y por qué Dios me exige esto?  Y Dios le contestó por la Palabra. Actuó como si dijese:  Dios no exige eso, Dios le exigió un sacrificio a Su Hijo por amar tanto a la humanidad.