
El catolicismo ha hecho de Dios un místico o mago de tendencias esotéricas e irrazonables. Pero sin pretender entrar en un mundo de magnificencia, trascendente e incomprensible para la criatura, sí podemos conocerle, como Pablo “…por medio de las cosas hechas: de modo que no tienen excusa” (Ro. 1:20). El Evangelio Eterno es algo por Dios hecho para la comprensión de Su potencia y gloria; es algo que coloca a Dios en un nivel de comprensión humana, y que a la vez implica para el hombre una íntima relación con Dios; es, además, el Evangelio, la mayor de las ciencias, pues expresa en su confección el mayor de los alcances científicos, y la más grande tecnología que jamás haya existido y existirá. Realmente el Evangelio es la más grande ciencia tanto en su sentido tecnológico como procedimiento o método creacionista y científico, que como una gran realidad expresa el mayor de los amores por el hombre apreciado (el amor es un principio creacionista).
Contrario a lo que enseña Roma, Dios, por Su Palabra, nos expresa que Su virtud consiste en que es Él, el único conocedor de todas las ciencias (la humana inclusive a Él pertenece). La tecnología moderna creada por el hombre no es el fruto de su estado pecaminoso, sino más bien el resultado de los dones y dotes divinos; es el maravilloso resultado de haber sido hechos a la imagen y semejanza de Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas.
En conclusión, podemos señalar en el nombre de Dios, que si no os volvéis como niños y volvéis a comenzar a aprender, borrando de vuestras mentes esas concepciones católicas y reimprimiendo en ella la teología evangélica y bíblica conjuntamente con sus consecuentes enseñanzas, no podréis recibir la final y necesaria orientación por parte del tercer ángel que nosotros representamos en este planeta por determinación divina; constituimos, por ende, voces por Dios autorizadas bajo el nombre de La Voz del Tercer Ángel, que te advierte: “Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación” (Apocalipsis 14:8); y continúa diciendo: “…Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis de sus plagas” (Ap. 18:4).
Sin lugar a dudas, las concepciones subjetivistas, místicas y antibíblicas en que ha caído el catolicismo romano constituyen el vino de la fornicación a que alude Apocalipsis 14:8. Estas concepciones han sido diseminadas a lo largo y lo ancho del globo terráqueo. Enfatizamos nuevamente, he ahí el porqué se dice que ha dado a beber del vino del furor de su fornicación a todas las naciones. Todo esto ha sido un plan diabólico para que al fin de los tiempos, cuando la verdad sea enfatizada, pregonada y culminada, los hombres (la gran mayoría de estos), por causa de haber obtenido una idiosincrasia o manera de pensar deformada en cuanto a Dios y Su mensaje de salvación concierne, no reciban para su salud esta revelación final, y que la misma se vea muy obstaculizada.
Claramente podemos decir que una mentalidad subjetivista y mística no puede dejar de oponerse a unos conceptos científicos, tecnológicos y salvíficos. Dios no es místico, más bien es el Padre de la ciencia (omnisapiente) y la primera causa de todo lo creado. Salir de Babilonia significa desvestirnos de todo concepto opuesto a Su palabra. Por consiguiente, enfáticamente te digo: Por tu propio bien tienes que desaprender y renovadamente en términos mentales aceptar los nuevos conceptos que en nombre de Dios te enseñamos. Así te ayude el Señor.