
El término apostasía significa apartarse de la verdad. La Roma católica se apartó de la verdad y se desligó de Cristo, dedicándose durante todo el transcurso de la historia a combatir a Este en lugar de enaltecerlo. La soberbia y predisposición para imponer sus ideas han sido harto conocidas a lo largo de la historia. Noten qué radicalidad entre las ideas de Cristo y las ideas de Roma. Obsérvese cómo Pablo, hablando en nombre de Jesús, nos exhorta implícitamente para que evaluemos la Palabra personalmente, y llama nobles a los bereanos porque están escudriñando a ver si las cosas eran así (Hch. 17:10-11). Dicho de otro modo, la Biblia, en términos generales, Cristo primero, nos exhorta a que busquemos sus escritos divinos, y aunque al hacerlo recibamos la ayuda de cualquier intérprete, comoquiera que lo mires se considera noble la acción de buscar la verdad; mientras que Roma (y eso es conocido por todos) condenó a los santos (los hombres de fe) por el mero hecho de buscar en la Palabra divina, contrariando así al Altísimo. En la profecía de Daniel, capítulo 8 y versículo 12 se nos dice la causa por la cual el pueblo de Dios fue entregado a la abominación desoladora. Simplemente, el pueblo negó la verdad, se fue en apostasía, y por causa de su gran pecado fueron entregados. Cuando un pueblo o una institución quiere permanecer en relación con su Maestro tiene que seguirle, obedecerle, demostrarle fidelidad en su fe; si no hace esto, Dios lo entrega para que sea cautivado y esclavizado. Prevaricó Roma y destrozó la verdad consecuentemente en toda esta trama de la negra historia católico-romana, y no se puede venir ahora dis que a arrepentirse de errores del pasado. El “Mea Culpa” romano, proclamado recientemente por el Papa Juan Pablo II, en lo que a mí concierne es una ridiculez diabólica.