
El sistema ideológico católico-romano es mucho más que un sistema administrativo. Sus pretensiones son de tanta magnitud y alcance que se ha constituido en el poder opositor a Dios más grande que ha existido en todos los tiempos. En estos días Roma decidió pedir perdón por los errores pasados. Tenemos todos, con nuestro corazón latiendo a un mismo compás, que evaluar esa pretensión que propone llevar al plano de la mera forma lo que es evidentemente un ardid satánico para otra vez volver —conforme a la profecía de Apocalipsis 13— a vindicar el control absoluto que ha tenido a través de todos los tiempos en materia de religiosidad. Sabe Roma que su negra historia le ha hecho perder solvencia moral y que se estremecen sus cimientos, por lo que pretenden solucionar su desventaja actual con un simple “Mea Culpa”.
En su descalabro, producto de esta triste realidad histórica, la única alternativa que tienen es enfrentar esa realidad; y es evidente que desean someterse a la misericordia que el pueblo cristiano mantiene vigente para entonces autoproclamarse reina como se señala en Apocalipsis capítulo 18, versículo 7. Sin embargo, en ese capítulo 18, a partir del versículo 7, lo que el cielo determina es su sentencia. Ha llegado el momento de obedecer a Dios; el pueblo no debe pasar la oportunidad que el gobierno de Dios le ofrece para “Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. […] por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor que la juzga” (Ap. 18:6, 9).