El Catolicismo: una ideología subjetiva y mística

Hablar de catolicismo es hablar de una ideología contraria a la revelación de Dios, vertida en Su Palabra Escrita, la Biblia.  La ideología sostenida por cada ser humano determina su conducta o acciones a seguir.

Así las cosas, vemos cómo el mundo oriental es sumamente subjetivo en su comportamiento, y en especial en su modo de concebir su fe religiosa.   Contrario a esa ideología subjetivista y mística, el cristianismo bíblico, fundado por el Señor Jesucristo, nos ofrece una alternativa llena de objetividad y libre de ese místico y antibíblico énfasis que centraliza la atención del creyente en sí mismo.  Contrario a eso, el cristianismo evangélico pretende centrar toda nuestra atención en nuestro Señor y Salvador, Jesús el Cristo, el enviado de Dios a los hombres para la obtención de la vida eterna.  El Hijo de Dios protagonizó la historia del Calvario a los fines de que le miremos (contemplemos) y seamos salvados (véase Isaías 45:22 al respecto).

La tragedia humana comenzó con la caída de Adán, quien por seguir los consejos de su compañera Eva, comió del árbol o fruto prohibido y se tornó de un ser altruista en uno egoísta.  Es notable el hecho de que Eva, nuestra madre, fue cautivada por un ser llamado Lucifer (la serpiente antigua), quien, a su vez, había echado a un lado la dependencia en su Dios creador.  Es así como por medio del gran engañador quedó el ser humano en estado de separación de su Dios —aun cuando se señala que místicamente unidos a Cristo y a Su Espíritu se crea dis que una dependencia— es ese un absurdo antibíblico que hace del creyente un extraordinario subjetivista a la altura de cualquier oriental.

Nos dice la historia que es el romanismo católico aquel poder que habría de entronizar ese principio subjetivista y pagano en uno de carácter universal (Ap. 14:8).  El mundo entero y en especial el cristianismo han recibido este tan razonable principio en el cual todas las iglesias hoy día fundamentan su ideología bíblica.  A los fines de constatar ese subjetivismo católico, ofreceremos aquí una evidencia escrita de lo señalado anteriormente; veamos:

“…de modo que si ellos (los cristianos) no fueran renacidos en Cristo nunca serían justificados, viendo que en este nuevo nacimiento se dispensa la gracia por la cual son hechos justos a través del mérito de su pasión” Concilio de Trento, 6ta. sesión, cap. 3.

Son muchísimas las declaraciones similares a esta que ha realizado el catolicismo romano, consecuentes de su equivocada y obscura apreciación bíblica, dirigiéndonos así a la entronización de ese principio subjetivo, nefasto y antievangélico (es el mismo principio de Caín).  Este trascendente hecho, viabilizado por el Concilio de Trento, da cumplimiento a la profecía en Apocalipsis 14:8, donde se señala que Babilonia (o Roma) “ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación”.